La Vanguardia

Temor a un rebrote en julio por la actitud relajada de los jóvenes

Salut Pública vigila contagios entre 15 y 25 años con el miedo de que vuelva a circular el virus La mascarilla y la distancia pueden evitar otra epidemia, según un estudio de Isglobal

- ANA MACPHERSON

Los expertos en Salut Pública están más inquietos ahora por el sector de 15 a 25 años que por las residencia­s

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Por suerte hay 40.000 jóvenescas­iconfinado­s esperando la prueba de selectivid­ad. Pero esta semana es la semana de la euforia juvenil por excelencia: fin de curso, comienza el verano, verbenas y todo abierto tras un fastidioso encierro. Por eso Salut Pública mantiene una atención angustiada sobre los datos que se reportarán en las próximas dos semanas entre los ciudadanos de 15 a 25 años. Si circula el virus, la mayoría de las personas de estas edades no lo notarán, serán asintomáti­cos, lo que podría suponer una expansión silenciosa. Hasta que contagien a sus mayores.

“Los detectarem­os, porque ahora peinamos hasta la más mínima sospecha”, explica Xavier Llebaria, director de la Agència de Salut Pública de Catalunya. “Pero estamos muy preocupado­s. Si no caen en la cuenta de que también va con ellos, que esto no ha pasado, que la distancia y las medidas individual­es de protección son esenciales para evitar que el virus circule más, podemos tener un problema. Podríamos repetir lo que creemos que pasó en enero en la mayoría de países donde luego estalló la epidemia arrollando”.

¿Podría ser julio una repetición de enero? “No sabemos, y quien diga que sabe, se equivoca. Es todo nuevo. No sabemos si la sequedad y la temperatur­a juegan a favor de que se extienda menos o de que el virus se comporte de forma menos agresiva. Por ejemplo, los nuevos casos que estamos viendo en las residencia­s de ancianos no son ni de lejos como los de marzo y abril. Son ahora mucho más leves. Tampoco sabemos si el hecho de que estemos utilizando mucho mejor los equipos de protección, los EPI, y que la mayor parte de la sociedad acostumbre a mantener la distancia y llevar la mascarilla, influyen en la carga viral de los contagiado­s. Pero no podemos descartar que la relajación que se observa entre los jóvenes no esté preparando un rebrote”.

“Si volviéramo­s a la casilla de salida, la situación sería seguro muy diferente, entre otras razones porque ahora sabemos que el virus circula antes y que no hay que esperar que llegue de China o Italia, ni esperar a observar tres síntomas. Cualquiera puede ser una señal suficiente para hacer una PCR”, advierte Antoni Trilla, responsabl­e de epidemiolo­gía del Clínic.

“Sabemos cómo actuar para acotar los casos y para transforma­r los hospitales. Quizá en lo que menos hemos avanzado ha sido en los tratamient­os. Hemos desechado la mayoría”, resume el experto.

“Pero la sociedad ya conoce a este lobo, sabe cómo se hunde un negocio y qué es tener a un familiar enfermo sin poder verle. Las medidas restrictiv­as serían mucho mejor entendidas”.

Además de sobre los jóvenes, Salut Pública tiene puesto el foco sobre los temporeros y las industrias alimentari­as, especialme­nte en Lleida. “Nuestros casos entre temporeros son un goteo, no hay cifras preocupant­es y se van detectando bien. Aunque el problema en Lleida sea de mayor intensidad que en ninguna otra parte de Catalunya, está acotado”, asegura Llebaria. “Nosotros no nos planteamos que Lleida retroceda”, afirma el director de la Agència de Salut Pública.

El Gobierno, tampoco. Aunque la vicepresid­enta primera, Carmen

Calvo, apuntó que si los brotes aumentaran podría volverse al estado de alarma, parcial o totalmente. La ministra de Hacienda y portavoz, María Jesús Montero, aclaró después que no hay indicios de que eso vaya a ser necesario.

Y una de las claves para reducir el impacto de un posible rebrote está en las mascarilla­s. Ellas, la distancia física en cualquier ámbito

–laboral, social, de ocio– y la higiene continua de las manos. Es una de la conclusion­es del análisis llevado a cabo con un modelo matemático por el equipo de Clima y Salud de Isglobal.

El estudio, que firman Xavier Rodó y Leopoldo López, mide el impacto de las diferentes estrategia­s adoptadas frente a la pandemia para proponer qué sería lo más efectivo de cara a una próxima oleada.

El comportami­ento individual (mascarilla, distancia, lavado de manos) es absolutame­nte determinan­te, según estos resultados, para lograr rebajar la tasa de trasmisión del coronaviru­s. Y si así se consigue reducir hasta el 50% esa tasa (algo que es posible, según el modelo matemático), podría

Los nuevos hábitos y la protección de las residencia­s cambian el panorama ante un posible rebrote

“La sociedad ya conoce al ‘lobo’ y entendería mejor cualquier medida restrictiv­a”, dice Antoni Trilla

incluso evitarse esa nueva oleada.

Si julio supusiera un nuevo enero y llegara una nueva explosión como la de marzo, “estamos más preparados, no sería igual, en absoluto”, afirma Xavier Llebaria. “Probableme­nte, la trasmisión sería menor y menos grave. Hay un importante cambio de hábitos en la sociedad, basta pensar cómo íbamos en el metro en enero y cómo vamos ahora. Además, sabemos cómo actuar más rápidament­e acotando zonas. Hemos aprendido a proteger las residencia­s, algo esencial para que todo sea distinto. Sabemos cómo lograr que los centros sanitarios no sean diseminado­res de la infección. Y podemos hacer 18.000 PCR. Tenemos una potente vigilancia. Sería muy distinto”, concluye.

 ?? ÀLEX GARCIA ?? Un grupo de jóvenes disfruta, sin utilizar mascarilla, del buen tiempo en la playa de la Barcelonet­a horas antes de la noche de Sant Joan
ÀLEX GARCIA Un grupo de jóvenes disfruta, sin utilizar mascarilla, del buen tiempo en la playa de la Barcelonet­a horas antes de la noche de Sant Joan

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