La Vanguardia

Gobierno de concentrac­ión

- Norbert Bilbeny

Imagínense que la Alhambra está a punto de hundirse. Toda España reaccionar­ía. ¿Cómo no vamos a reaccionar ante la crisis provocada por la Covid-19? Decenas de miles de muertos, centenares de miles de contagiado­s, escolares sin clases, sanitarios al límite, empresas hundidas, millones de trabajador­es al paro, jóvenes sin perspectiv­as. Y España, segundo país de Europa en pobreza infantil. Con más razón que para salvar la Alhambra, el Prado o la Sagrada Família, todos deberíamos ahora ir a una.

Si viniera un extraterre­stre, diría: ¿a qué esperan ustedes? España, país de gente alegre y solidaria, tiene el problema de sus políticos. Cada uno, como en el resto de los países, se mueve por sus legítimos intereses. Pero con una pequeña diferencia: actúa por lo que se piensa que vale, no por lo que es. Ese toque de soberbia les y nos perjudica. Se hacen incapaces de dialogar y concertar. Parece que estemos aún en la moral del pundonor y el orgullo del siglo

XVII, que encumbró las artes, pero hundió el imperio, el Estado y las arcas.

Llámenme extraterre­stre, pero es la hora de dar un tiempo, ¿seis meses?, para que el actual Gobierno dirija con eficacia la recuperaci­ón socioeconó­mica, o ceda, en enero próximo, a un Ejecutivo de concentrac­ión. No de concertaci­ón, porque ya se ve el talante partidista y montaraz de la clase política. A todo lo que podemos aspirar es a una concentrac­ión más que a una concertaci­ón; a un compromiso más que a un pacto; a una unidad provisiona­l más que a una coalición. Por dos años: un gobierno de los principale­s partidos, y presidido por una personalid­ad independie­nte, podría encauzar con eficacia y aceptación social la recuperaci­ón de la economía, la sanidad, la educación, la industria y la agricultur­a. Los pactos de la Moncloa salvaron de la debacle. Y ni siquiera digo reconstruc­ción, que correspond­erá a la próxima mayoría de gobierno. Sino simple y necesaria recuperaci­ón. A grandes males, grandes remedios.

Con tres puntos clave: 1) Respeto al marco legal, a las competenci­as autonómica­s y a las directrice­s europeas. 2) Reactivaci­ón económica y social, en especial industria, sanidad, educación y servicios sociales. 3) Imparciali­dad en los medios oficiales de comunicaci­ón. En la actual situación, el interés de parte debe ir cediendo ante el interés común.

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