Volveremos a encontrarnos
Los clowns de ‘Black&blue’ reabren con carcajadas y emoción los teatros de Barcelona
Carcajadas imparables y emoción más que ostensible en la reapertura de la primera sala de teatro de Barcelona desde el inicio de la pandemia. Gel hidroalcohólico y una pequeña montaña de mascarillas azules en la entrada de La Gleva Teatre, al lado de plaza Molina. Dentro de la sala, un aforo reducido, 32 personas, un tercio del habitual, sentadas en gradas oscuras con pequeñas mesitas que generan sensación de cabaret íntimo. Como se vería poco después, de enloquecido cabaret. Hay sillas vacías como separación, aunque cercanía con los espectadores de la siguiente fila. El público entra con mascarillas y algunos con guantes, como Mario Gas y Vicky Peña, quien ríe de que “todos vamos enmascarados como forajidos”. Pero justo antes de empezar alguien pregunta si la mascarilla es obligatoria. No, dice Albert de la Torre, impulsor del espacio. Autoresponsabilidad. Unos se la dejan y otros no, lo que resulta práctico para beber las cervezas a las que invita la casa. Aunque un señor tose de vez en cuando y los demás esperan que sea carraspera. Y comienza el show.
Que se titula Black&blue y que muestra desde el primer minuto que todo el mundo tenía necesidad de volver a encontrarse. Aparece frente al público el clown mexicano Ricardo Cornelius vestido de músico, casi de director de orquesta, aunque toca un pequeño ukelele. El aplauso es sentido. Y él sabe aumentarlo con humor. Luego llega la catalana Cristi Garbo con un traje de imposible color turquesa y torerita de lentejuelas y queda claro que es la gran vedette de cuerpo generoso. La antivedette. Ella pálida, él moreno. Él delgadito, ella generosa. Ella sabiendo lo que tiene que hacer siempre, él siempre metiendo la pata... Los contrarios son una gran base para la risa, pero además ellos tienen ángel. Y ella canta y él toca muy bien. Suenan La chica de Ipanema, Piel canela, Dream a little dream of me, Volver... y mientras tanto les pasa de todo, vuela un zapato, se roban protagonismo, ella canta como si fuera inglesa, se dan lingotazos de tequila al cantar al amor... y el público está por los suelos. Hay veces que uno no sabe si ríe del show o de las carcajadas que oye. Al final, suena We’ll meet again, de Vera Lynn, que justo acaba de morir: “Nos volveremos a encontrar, no sé dónde, no sé cuando, pero sé que nos volveremos a encontrar un día soleado”. Sin duda. Aplauso atronador.