“Aprendemos más con el dolor que con la comprensión”
Javier Sierra, ganador del premio Planeta 2017 con El fuego invisible / El Foc invisible (Labutxaca), ha escrito su última novela “en unos quince días” y en pleno confinamiento. El libro trata precisamente de la pandemia y pretende servir de “advertencia” y de receta. Es El mensaje de Pandora
(Planeta) / El missatge de Pandora
(Columna Edicions), una ficción bajo la forma de larga carta que una mujer dirige a su sobrina más querida cuando ésta cumple 18 años. El libro combina la mitología griega con ciertas hipótesis científicas que, muy en la línea del autor, atribuyen la vida y los virus a cuerpos celestes llegados del espacio.
Sierra parte en concreto de una cuestionada tesis del astrofísico Chandra Wickramasinghe en el sentido de que el coronavirus puede proceder de un meteorito caído en octubre pasado cerca de Wuhan: un atrevido desarrollo de la teoría de la panspermia, según la cual la vida y la humanidad son producto de una suerte de “infección cósmica”. Wickramasinghe trató de publicar su formulación en la revista The Lancet. El resultado no fue sólo una negativa rotunda de la prestigiosa publicación médica –Sierra lo cuenta en el libro– sino un fuerte rechazo dentro de la comunidad científica.
Al respecto, el exitoso escritor de Teruel recuerda que “la ciencia es debate y no dogma”. Añade que si bien es cierto que “una parte” del mundo científico niega el concepto de la panspermia, la teoría sigue viva mientras no se demuestre que resulta imposible. No hay que olvidar, arguye además, que tales tesis han dado lugar a toda una nueva especialidad: la astrobiología.
Los defensores de la panspermia no sólo sostienen que tanto la vida como los patógenos “siempre han llegado al planeta desde fuera”, a bordo de cometas, asteroides y meteoritos; también consideran, en consecuencia, que “una de las vías para prevenir los efectos nocivos de los virus sería vacunar la atmósfera”. Un planteamiento que el autor juzga “osado pero inteligente”.
Y, osadías aparte, ¿tenemos los humanos vacuna eficaz contra nuestra tendencia a repetir errores?, preguntamos al novelista. “Si lo ves a diez años vista, parece que no. Pero si lo miras con la perspectiva de un siglo, diría que sí”, afirma. Y alude a la experiencia de la mal llamada gripe española. “Uno de nuestros errores entonces es que no teníamos sistemas públicos de salud, lo que determinó el brutal número de muertes (decenas de millones). Eso se remedió a raíz de aquella pandemia. Y también nació entonces la virología, Fleming descubrió la penicilina...”
Podría deducirse de ello que los humanos aprendemos a base de desgracias. “Sí –admite Sierra–. Porque hay dos maneras de aprender: con la comprensión o con el dolor, y parece que lo que más efecto hace es el dolor”. Hay no obstante una forma indolora de aprender, y se basa en “estimular la curiosidad”, precisa. Algo que él intenta con sus libros –dice–, pero echa de menos “en las políticas educativas y los medios de comunicación”.
¿Y cuál es el mensaje de Pandora al que alude el título de la novela? Se trata de “una advertencia a la generación que va a heredar el planeta”. Y es que “somos una pieza más del mecanismo de la naturaleza, y no el culmen ni el centro de la creación”; los habitantes de “uno de los millones de mundos posibles en el universo”. Si tuviéramos eso claro, “no nos dedicaríamos a desplazar a otras piezas a nuestro alrededor”, con consecuencias a veces funestas. Así que seamos curiosos pero también humildes.