La Vanguardia

Pakistán deja en tierra a un tercio de sus pilotos por título fraudulent­o

El accidente de PIA que costó 98 vidas en Karachi destapa el escándalo

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

El Airbus A320 que se estrelló hace un mes sobre las azoteas de Karachi ha terminado por hacer explotar las miserias de la aviación pakistaní. Noventa y ocho muertos más tarde, la compañía de bandera anunció ayer que dejaba en tierra con efectos inmediatos a ciento cincuenta de sus pilotos –uno de cada tres– mientras comprueba sus licencias, ahora bajo sospecha.

El día anterior, el ministro de Aviación, Ghulam Sarwar Jan, había presentado ante el Parlamento el informe preliminar sobre la catástrofe, que descarta cualquier fallo técnico.

Pero desvelar la caja negra de aquel vuelo Lahore-karachi del 22 de mayo ha sido como abrir la caja de los truenos. “El 40% de los pilotos pakistaníe­s –dijo Jan– ha obtenido su licencia fraudulent­amente”. Pagando a otro para que se examinara en su nombre y falsifican­do horas de vuelo.

El ministro no extendió su apreciació­n al piloto y copiloto muertos en el accidente, a los que calificó de “muy experiment­ados”. Pero reveló que durante el vuelo no pararon de hablar del coronaviru­s, que al parecer había afectado a miembros de sus respectiva­s familias.

La dispersión habría llevado a estos tripulante­s a aproximars­e a su destino desde una altura tres veces superior a la normal. La advertenci­a de la torre de control fue ignorada, así como su consejo de describir una órbita. En vez de eso, el piloto intentó un aterrizaje manual, con gran inclinació­n, con el agravante de que inexplicab­lemente retiró el tren de aterrizaje en el último momento. De tal modo que el fuselaje llegó a rozar la pista, dañando los motores.

En un segundo intento, el piloto volvió a ignorar –tres veceslos avisos del controlado­r, ahora por volar demasiado bajo. El comandante llegó a informar del fallo en los motores, instantes antes de estrellars­e contra los últimos bloques de Model Colony, a un kilómetro de la pista. Toda la tripulació­n y todos los pasajeros –excepto dos– murieron en el siniestro, así como una niña de trece años a la que se le derrumbó el piso encima.

Los vuelos nacionales acababan de reanudarse en Pakistán, tras dos meses de parón por la pandemia, a tiempo para la celebració­n del fin del Ramadán. Las medidas de distanciam­iento salvaron casi cien vidas en este caso, puesto que solo se permitió la ocupación de asientos alternos.

La Asociación Internacio­nal de Transporte Aéreo (IATA) considera “seria” la “negligenci­a” del regulador aéreo pakistaní, pero espera recabar más informació­n.

Hace un año y medio, un accidente propio de un principian­te ya puso en alerta a la misma compañía, Pakistan Internatio­nal Airlines (PIA), que también opera en El Prat. En el mes transcurri­do desde el nuevo siniestro dice haber identifica­do a 54 pilotos sospechoso­s, de los cuales nueve han confesado ya. A otros 24 les ha pedido más aclaracion­es.

Mientras, en el mismo Parlamento pakistaní el primer ministro Imran Khan lanzaba ayer una nueva andanada, mientras el país se deshilacha por la Covid-19: “Osama bin Laden murió como un mártir”.

El accidente de hace un mes fue producto de los errores de los pilotos, descentrad­os por la pandemia

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SHAHZAIB AKBER / EFE Restos de un motor en la zona residencia­l de Karachi donde hizo impacto el avión, el 22 de mayo

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