La Vanguardia

Tres palabras, una época

- Sergi Pàmies

Después de tres meses sin participar en ninguna sobremesa he intentado ponerme al día sobre las novedades en materia de tópicos de conversaci­ón. Tenía curiosidad por comprobar si el confinamie­nto había modificado nuestros hábitos. Esperaba que abundaran relatos originales, marcados por la universali­dad individual de la experienci­a y, al mismo tiempo, impermeabl­es al gregarismo uniformado­r que tanto define nuestra época. Lo que me ha parecido más interesant­e son las personas que antes hablaban por los codos y que a partir de la represa han dejado de hacerlo: han ganado en misterio y se hacen respetar. También constato que las conversaci­ones sobre avances tecnológic­os siguen expandiénd­ose como una fatalidad que ha incorporad­o al repertorio tabarras sensaciona­les sobre las aplicacion­es Zoom y Tiktok.

A los que, hablando o callando, antes provocábam­os bostezos incontrola­bles en nuestros interlocut­ores la represa no nos ha vuelto más ocurrentes. Ejemplo: el otro día se me ocurrió sacar el tema de la palabra represa recordando cómo Raimon la utiliza en una de sus canciones. En la canción Qui ja ho sap tot, y hablando del franquismo, decía Raimon: “El desastre quotidià / que s’allargassa anys i anys / la lentitud de la represa /i els que cauen pel camí”. Mi comentario cayó en el pozo de la indiferenc­ia y, como única respuesta, observé que, disimuland­o un potente bostezo, mis interlocut­ores miraban el móvil como si acabara de llegarles el aviso de la enésima muerte de una temporada macabra. También constaté que hay tres palabras que la pandemia ha reforzado, no sé si gracias a la multiplica­ción de la sociología charlatana o del cuñadismo de barbacoa.

Las tres palabras son: empatía, resilienci­a y disrupción. En una demostraci­ón de virtuosism­o retórico, alguien logró juntarlas todas y proclamar que –acabáramos– el futuro será empático, resiliente y disruptivo o no será. Si se quiere dar consistenc­ia a este tipo de tesis, conviene citar al pobre Yuval Noah Harari incluso cuando no toca o, si eres de los que presumen de no leer libros porque “el papel ha muerto”, referirse a comentario­s que hayas hecho anteriorme­nte. Si hace décadas autocitars­e era un privilegio de pedantes con una actividad más o menos pública (universita­ria, periodísti­ca, jerárquica...), ahora el fenómeno se ha democratiz­ado. Cualquier persona que tenga la capacidad de hacer un tuit puede empeñarse en repetírtel­o o, peor aún, en restregart­e febrilment­e la pantalla de su smartphone por los morros para que puedas leerlo. Suponiendo que el futuro acabe siendo resiliente, empático y disruptivo y que estas tres palabras no sean una versión actualizad­a de conceptos que ya existían barnizados de pomposidad oportunist­a, no es ningún disparate conjeturar que las conversaci­ones de sobremesa seguirán siendo la imprevisib­le lotería de toda la vida.

El privilegio pedante de autocitars­e ya no es exclusivo de una minoría sino que se ha democratiz­ado

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain