La Vanguardia

El fracaso del VAR

- Joan Golobart

Es una lástima que lo que para muchos iba a suponer el establecim­iento de la justicia suprema en el fútbol haya acabado siendo un auténtico fracaso. El VAR, el gran solucionad­or, no ha servido de mucho porque la polémica sigue existiendo. Es cierto que en muchas ocasiones se corrigen errores, pero en cambio no permite que en el ambiente deje de existir la sensación de que los árbitros tienen la tendencia de favorecer más a unos que a otros. Y lo que es peor, como esa justicia final se establece desde la serenidad y sin el estrés de la toma de decisión en segundos, uno puede entender que está todo totalmente dirigido.

No recuerdo esa clasificac­ión paralela que se hizo al principio de establecer­se el VAR. Es decir, era una clasificac­ión donde podías comparar cada jornada donde estaría clasificad­o cada equipo si las decisiones equivocada­s de los árbitros no se hubieran corregido y donde estaría este mismo equipo con las decisiones corregidas. Me queda un ligero recuerdo como que al Madrid los árbitros sin revisar las jugadas le favorecían siempre más que una vez aplicado el VAR. Ahora parece que es al contrario y se sigue generando la polémica de toda la vida.

Sería mejor establecer un pacto de caballeros­idad de todos aquellos profesiona­les que forman parte del mundo del fútbol. Que nos dejen a los aficionado­s desahogarn­os de nuestras frustracio­nes a través del fútbol. Pero que los profesiona­les no pretendan hacernos ver que el que gana lo hace porque así lo quiere el poder y los que bajan es porque

Nadie, absolutame­nte nadie, sale a comentar que un árbitro le ha ayudado, pero cuando lo hacen al vecino, claman al cielo

existe una mano negra que así lo ha determinad­o. Dejemos de crispar el ambiente, ya tenemos una sociedad donde lamentable­mente los bandos son cada vez más bandos. Donde si estás en un lado en un momento determinad­o ya no puedes estar en el otro. Donde todo es válido para obtener una identidad que quizás solo en casa no tengas porque eres incapaz de tenerla. Porque para existir tenemos que hablar de los demás y además siempre criticando. Porque no utilizamos nuestra energía para crecer.

Parece que estamos condenados a vivir en el mundo fake y a mí particular­mente me sabe mal por las nuevas generacion­es. Crecer en un entorno donde todo es mentira y hasta algunos pretenden hacer ver que lo que es verdad no es real porque alguien manipula para que sea así. Ahora resultará que el que gana es porque lo quiere alguien cuando resulta que el que lo dice es siempre el que no consigue ganar. Nadie, absolutame­nte nadie, sale a comentar que un árbitro le ha ayudado, pero cuando lo hacen al vecino, claman al cielo. De verdad yo crecí practicand­o fútbol y siempre pensé que lo que más me podía acercar al éxito era el esfuerzo. Quizás ahora las chicas y chicos crean que no es así y entonces pensarán, ¿para qué esforzarse?

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