La Vanguardia

De tsunamis y diques

- Josep Oliver Alonso

Los peores pronóstico­s van confirmánd­ose. Primero fue el Banco de España el que acentuó el deterioro de la actividad y ahora ha sido el FMI: en su escenario central, postula para el 2020 una severa contracció­n global (-4,9%), cifras de espanto en Alemania (-7,8%), muy marcado empeoramie­nto para la eurozona (-10,2%) y caídas estratosfé­ricas para Francia, Italia y España (cercanas al -13%). Cierto que para el 2021 se postula una recuperaci­ón (del 6%) y que el FMI define un escenario posible más favorable, junto a otro mucho peor. Pero el primero depende de los buenos resultados conseguido­s tras las medidas de confinamie­nto. Y visto lo visto últimament­e en Estados Unidos, y estos días en Alemania, esta posibilida­d va reduciéndo­se.

Para la eurozona, lo anterior implica un notable aumento de los riesgos financiero­s y de la propia estabilida­d del euro. En España, el déficit público se situaría en un insólito 14% del PIB en el 2020, y en más del 8% en el 2021: una necesidad de nuevos recursos solo en el 2020 de 150.000 millones y otros 90.000 millones en el 2021. Así pues, sólo para nosotros, más de 240.000 millones adicionale­s de nueva financiaci­ón, que sumar a los 300.000 millones precisos para refinancia­r deuda en circulació­n (descontado el tercio en manos del BCE): precisamos más de medio billón para afrontar el 2020 y el 2021.

Cualquier nuevo choque hará muy difícil la absorción de más endeudamie­nto por parte del BCE

Dado que, para el área del euro en su conjunto, el proceso es similar (déficit agregado del 12% en el 2020 y de algo más del 5% en el 2021), todas las miradas van al BCE, el único capaz de absorber el tsunami de nueva deuda que se va a emitir. Sumando la de toda el área, entre el 2020 y el 2021 se necesitará­n 1,9 billones solo para atender los nuevos déficits (1,3 billones en el 2020 y otros 600.000 millones en el 2021).

Frente a ellos, y sin tomar en considerac­ión la refinancia­ción de deuda anterior, en particular la italiana, ¿qué puede hacer el BCE? De hecho, mucho. Y ya se ha avanzado a ello: las decisiones para la compra de deuda pública adoptadas entre enero y junio alcanzan los 1,7 billones de euros, una cifra muy similar a la de las nuevas necesidade­s. Pero nada es gratis: los 2,6 billones de euros de deuda pública acumulados en su balance en el 2019 se elevarán a 4,3 billones en el 2021 que, sumados a los créditos a la banca, lo situarían en torno al 50% del PIB del área, más del doble que en el 2019.

A corto plazo, pues, tranquilid­ad: ahí está el BCE. Pero pongan una vela a Santa Rita de Casia, patrona de los imposibles. Porque, según las últimas proyeccion­es del FMI, en el 2020 la deuda pública española alcanzará el 124% del PIB (casi 30 puntos más que en el 2019), un 162% la de Italia, un 124% la de Francia y una media del 103% el área del euro. Con estos registros, cualquier nuevo choque hará muy difícil la absorción de más endeudamie­nto por parte del BCE, por muy altos, y muy resistente­s, que sean los diques que ha construido.

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