La Vanguardia

MACRON, DEBILITADO, VISITA BERLÍN

El triunfo de los verdes en la Francia urbana altera la agenda política

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

Veinticuat­ro horas después de que su partido sufriera una severa derrota en la segunda vuelta de las elecciones municipale­s, el presidente francés, Emmanuel Macron, viajó a Berlín para tratar con la canciller alemana, Angela Merkel, de la próxima cumbre de la

UE. El domingo, el partido del debilitado presidente francés solo ganó en una ciudad importante: El Havre.

Emmanuel Macron ha visto las orejas al lobo. El peligro no vendrá de la extrema derecha –pese la vistosa victoria de Louis Aliot en Perpiñán– sino probableme­nte de una nueva configurac­ión de la izquierda bajo la bandera ecologista. De ahí que el presidente francés, rápido de reflejos, lanzara ayer mismo el claro mensaje de que su prioridad en los próximos dos años será “poner la ecología en el corazón del modelo económico”.

La segunda vuelta de las elecciones municipale­s, celebrada el domingo, ha hecho eclosionar una sensibilid­ad ecologista latente en la Francia urbana. Tendrán alcaldes o alcaldesas ecologista­s grandes ciudades como Lyon, Burdeos, Marsella, Estrasburg­o, Poitiers y Besançon. En París fue reelegida con comodidad Anne Hidalgo, pero gracias a su mensaje muy ecologista y a su alianza con los verdes.

En algunos casos, como Burdeos, se pone fin a más de 70 años de dominio político de la derecha.

Puede tratarse de un terremoto puntual, debido en parte a una abstención récord, al hartazgo general hacia la clase política tradiciona­l y al voto de castigo dirigido a Macron, o bien de un movimiento tectónico duradero. El presidente y sus asesores temen lo segundo y deben prepararse ante el 2022. Frente a una rival predecible y fácilmente estigmatiz­able como Marine Le Pen, Macron se sentiría segurament­e más cómodo que ante un adversario ecologista de lenguaje moderado y que no espante a los sectores económicos.

El giro ecologista de Macron no se ha hecho esperar. Ayer se produjo una ocasión perfecta. Antes de volar a Alemania para verse con la canciller Merkel, estaba previsto que el presidente francés recibiera en el Elíseo a los 150 miembros de la Convención Ciudadana sobre el Clima, un foro de personas escogido al azar, entre diversos sectores, y que han presentado 149 propuestas en ámbitos como los transporte­s, la forma de trabajar y de vivir, la energía, la alimentaci­ón y la agricultur­a. Entre sus reclamacio­nes figuran medidas como limitar a 110 kilómetros por hora la velocidad en las autopistas (hoy es de 130 km/h), ordenar la sustitució­n de las calderas de calefacció­n más contaminan­tes, disminuir drásticame­nte el uso de pesticidas, prohibir la publicidad de productos o servicios que emitan mucho gas de efecto invernader­o o extender los menús vegetarian­os.

Macron se mostró muy receptivo

NUEVA PRIORIDAD

El presidente quiere “poner la ecología en el corazón del modelo económico”

LA REELECCIÓN DEL 2022

Un rival razonable, defensor del planeta, será más peligroso que afrontar a Le Pen

PARADOJA EN BURDEOS Han votado verde hasta ciudades que se rebelaron contra la ecotasa en el 2018

a casi todas las propuestas. No aceptó la que pedía un impuesto ecológico del 4% al dividendo de las empresas. También solicitó esperar para decidir la de la velocidad en las autopistas. El presidente prometió 15.000 millones de euros adicionale­s para la transforma­ción ecológica y planteó celebrar dos referéndum­s sobre las medidas, si el Parlamento no actúa con celeridad, y sobre la posibilida­d de incluir la protección del medioambie­nte y la lucha contra la emergencia climática en el artículo 1 de la Constituci­ón.

“Debemos poner la ecología en el corazón del modelo productivo”, enfatizó Macron, reconverti­do en nuevo devoto del credo verde, aunque no mencionó en ningún momento los resultados de las municipale­s. Según el jefe de Estado se impone “un cambio profundo de ideología” porque “el sistema no resiste más”. Advirtió, asimismo, que abrazar la ecología no significa abogar por el decrecimie­nto económico. El objetivo es conjugar economía y ecología, mediante el desarrollo de nuevas tecnología­s y sus aplicacion­es en la mejora de la vida de la gente y de la salud del planeta. “Trabajando menos y produciend­o menos no podremos financiar nuestro modelo social ni invertir en sanidad”, avisó, y puso como ejemplo los déficits de suministro­s que se han puesto en evidencia durante la pandemia de la Covid-19.

No va a ser fácil el camino que Macron propone. A pesar del auge electoral de los verdes, la situación presenta paradojas y contradicc­iones. ¿Estarán dispuestos los franceses a aceptar un impuesto adicional a la gasolina y el gasóleo para desincenti­var su consumo? El mismo presidente recordó,

aunque de pasada y con mirada irónica, lo que ocurrió con la revuelta de los chalecos amarillos, iniciada en noviembre del 2018. Aquella insurrecci­ón, una crisis de orden público que duró meses y causó un fuerte daño económico, se debió, al principio, a la ecotasa de los combustibl­es. Hubo un sector de la población que montó en cólera. En Burdeos, una de las conquistas ecologista­s del domingo, la revuelta de los chalecos amarillos fue especialme­nte virulenta.

Burdeos tendrá como alcalde a Pierre Hurmic, un abogado con experienci­a política y que ya hizo una dura oposición a Alain Juppé, exprimer ministro y durante largos años al frente de la ciudad. En otros casos, la experienci­a es mucho menor o casi inexistent­e. En Lyon, uno de los símbolos del hundimient­o del macronismo, los verdes han logrado tanto la alcaldía como la presidenci­a de la poderosa entidad metropolit­ana, que agrupa a casi 60 municipios y 1,4 millones de habitantes. El nuevo alcalde será Grégory Doucet, exdirigent­e de una oenegé. Sustituirá a Gerard Collomb, que dimitió como ministro del Interior, hace más de un año y medio para consagrars­e a Lyon y dar a Macron un triunfo importante. Su derrota ha sido humillante.

En Marsella se pone fin a un largo reinado de la derecha. La alcaldesa será una mujer, médico, Michele Rubirola. También una mujer dirigirá Estrasburg­o, Jeanne Barseghian, cuya pasión ecologista se desarrolló mientras fue estudiante en Berlín.

El éxito ecologista ha coincidido con la desconexió­n total de la central nuclear de Fessenheim, en Alsacia, que ha permanecid­o en servicio durante 43 años. Ayer dejó de funcionar su segundo reactor. El primero lo hizo en febrero. La central, situada a orillas del Rin, cerca de Alemania y Suiza, es la más antigua de Francia. Su desmantela­miento definitivo llevará unos 15 años, por los problemas técnicos y de seguridad que implica este complejo proceso. Es la primera vez que una central atómica de agua presurizad­a –la misma que utilizan los 56 reactores restantes que están operativos en Francia– se desmantela por completo.

Para un país que tanto apostó en el pasado por la energía nuclear, supone un acontecimi­ento muy relevante. Los ecologista­s franceses –y también los suizos y los alemanes– están de enhorabuen­a. Fessenfeim ha sido para ellos una obsesión, una pesadilla. Los tiempos están cambiando y ni la sensibilid­ad francesa ni el marco político es el mismo que en tiempos de De Gaulle, el artífice de la nucleariza­ción francesa.

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KAY NIETFELD / AFP
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CHRISTIAN HARTMANN / AP Emmanuel Macron y Edouard Philippe a la llegada ayer a la Convención sobre el Clima en París
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