François Fillon
Ex primer ministro de Francia
El político conservador ha sido condenado a cinco años de prisión por malversación de fondos públicos. A su dura pena se añade la impuesta a su esposa, a quien empleó de manera ficticia como asistente parlamentaria.
Un día después del segundo turno de las elecciones municipales, que registraron una abstención récord, otra noticia, relacionada con la corrupción política, puede explicar la desgana de los franceses y su poca inclinación a participar en las decisiones colectivas. El conservador François Fillon, que fue primer ministro (2007-2012) y aspirante a la presidencia de la República en el 2017, fue condenado ayer a 5 años de cárcel por malversación de fondos públicos y otros delitos. El abogado del político presentó de inmediato un recurso de apelación, por lo que, de momento, no se producirá el ingreso en prisión.
A la dura pena contra Fillon se añadió la impuesta a su esposa, Penelope
–de origen británico–, condenada a su vez a tres años de cárcel, aunque con su cumplimiento en suspenso mientras no cometa otros delitos. El ex primer ministro, por el contrario, afronta dos años de prisión firme, a menos que el juicio de apelación le sea favorable. A Fillon se le condenó también a pagar una multa de 375.000 euros y a una inhabilitación durante 10 años para ser elegido para cargos públicos.
En el origen del caso está el empleo que Penelope Fillon desempeñó, durante muchos años, como asistente parlamentaria de su marido. El tribunal dio razón a la fiscalía y estimó que, en realidad, se trató de un trabajo ficticio, y que el matrimonio no pudo aportar pruebas fehacientes de que ella realizaba tareas concretas. La Asamblea Nacional, que se presentó como parte civil en el proceso, reclamó un total de 1.156.000 euros a los Fillon y al diputado que sustituyó al primer ministro, Marc Joulaud, quien, al parecer, también siguió el juego de mantener a Penelope como empleada para garantizarle una generosa remuneración a cargo de las arcas del Estado. Joulaud recibió una pena de tres años de cárcel, 20.000 euros de multa y 5 años de inhabilitación.
La presidenta del tribunal, Nathalie Gavarino, fue muy severa en la sentencia. Reprochó a Fillon haber incumplido su deber de “probidad” y de “ejemplaridad”, dado el alto cargo institucional que ocupaba. Lo acusó de haber hecho “prevalecer su interés personal frente al interés común”, con el objetivo del “enriquecimiento personal”.
El escándalo, que estalló en plena campaña electoral, arruinó en el 2017 las expectativas de Fillon de llegar al Elíseo. Durante un tiempo
El exjefe del gobierno se siente víctima de un juicio político y ha recurrido la sentencia para eludir la prisión
se le consideraba el claro favorito. Su retirada abrió el paso a Emmanuel Macron.
El exprimer ministro siempre ha insistido en que se trata de un caso político y que se le hace pagar como chivo expiatorio de una época en la que los criterios éticos eran mucho menos estrictos que ahora. El exjefe de Gobierno sostuvo que su esposa trabajaba de verdad pero, por su carácter muy discreto, no se hacía ver. Fillon también argumentó que tener a un familiar como asistente era una práctica habitual.
Hace unos días, la línea de defensa de Fillon recibió un balón de oxígeno al saberse que la fiscalía nacional financiera había ejercido presiones inusuales sobre la investigación. Los abogados se aferrarán ahora a este hecho para intentar lograr una sentencia absolutoria en el juicio de apelación o una condena mucho más leve.
Según el autor del libro La verité sur le mystere Fillon, Tugdual Denis, la pareja, que siempre ha sido muy celosa de su privacidad, lleva muy mal su situación. Les duele mucho el desprestigio y los insultos que recibe su familia. Ayer no hicieron declaraciones. Llegaron al juicio con mascarillas y abandonaron el tribunal del mismo modo. La coyuntura sanitaria les ayudó a ocultar sus emociones.