La Vanguardia

Borrell aboga por una Europa independie­nte de China y EE.UU.

El vicepresid­ente europeo cree que “la UE no puede ser solo un poder blando”

- XAVIER MAS DE XAXÀS

El pasado otoño, Josep Borrell encaró su nueva etapa en la Unión Europea, esta vez como vicepresid­ente y responsabl­e de la diplomacia, convencido de que era urgente “aprender el lenguaje del poder”. Ahora, considera que la pandemia ha puesto a la Unión ante la evidencia de que necesita una visión propia de los asuntos internacio­nales para actuar al margen de China y Estados Unidos, las dos potencias que hoy marcan el ritmo al que se mueve el mundo.

En una conversaci­ón ayer por la tarde con la exprimera ministra danesa Helle Thorning-schmidt en el marco de la conferenci­a anual del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR son sus siglas en inglés) a la que también fue invitada La Vanguardia, Borrell no se fue por las ramas y dijo que la UE “no debe quedar atrapada en la bipolarida­d Chinaestad­os Unidos. Debe ver el mundo desde su punto de vista”.

Este, precisamen­te, es el anhelo de la mayoría de europeos, según la última encuesta del ECFR. La pandemia ha reforzado la necesidad de una UE más independie­nte y más segura. De ahí, que, según Borrell, “la crisis sea un nuevo acelerador para Europa”.

Esto debería implicar una mayor autonomía estratégic­a, tal y como pide también la ciudadanía europea. Borrell, ingeniero de formación, cree que debe ser sobre todo en el ámbito tecnológic­o. “Sin tecnología propia –dijo– no tienes autonomía”.

La UE hasta ahora ha sido más una alianza que un actor, más un poder blando que uno fuerte. Borrell cree que así no puede continuar. “Debemos aprender el lenguaje del poder. Estamos en ello y no es fácil. No debemos seguir siendo el tipo amable de la escena internacio­nal. Hemos de aprender a decir que no”.

El problema es que a la UE, como apuntó Thorning-schmidt, le falta consenso interno para dirigirse al mundo con una sola voz.

Borrell está de acuerdo. “Si estuviéram­os más unidos tendríamos más fuerza”, y puso el ejemplo de las divergenci­as internas sobre Israel y la anexión del valle del Jordán, Libia y Turquía. “Tenemos mucho más poder del que utilizamos –explicó– porque cuando podemos utilizarlo (como en estos casos) no todo el mundo está de acuerdo”.

Esta divergenci­a de intereses emana de la historia, de la experienci­a del Estado nación. La amenaza rusa en la frontera oriental no es tan importante como el Sahel para los países del Mediterrán­eo, pero lo es mucho más para los centroeuro­peos.

Europa vive en un barrio con vecinos complicado­s y debe trabajar mejor para garantizar la estabilida­d en su periferia. La ciudadanía demanda unas fronteras exteriores más seguras. Turquía podría contribuir a ello, pero las relaciones, como reconoció Borrell, “van de mal en peor y no nos lo podemos permitir”. Turquía, por ejemplo, desestabil­iza a Chipre y Grecia, y también perjudica a la UE en Libia. Su intervenci­ón militar, junto a la de Rusia, ha convertido el conflicto en uno militar en el que la UE no entrará. “Turquía –según Borrell– es el tema más grave que la diplomacia europea tiene hoy entre manos”.

“Las relaciones de la Unión Europea con Turquía van de mal en peor y no nos lo podemos permitir”

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CYRIL MARCILHACY / BLOOMBERG L.P. LIMITED PARTNERSHI­P Esta app antivrus en un teléfono Huawei en París simboliza la gran dependenci­a tecnológic­a de la UE

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