La Vanguardia

Frustrado el secuestro de la Bolsa de Karachi por secesionis­tas beluchis

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

La Bolsa de Karachi estuvo ayer a un paso de convertirs­e en rehén del Ejército de Liberación Beluchi (ELB). Cuatro terrorista­s vestidos con ropas occidental­es llegaron en coche al aparcamien­to y, tras lanzar granadas contra la entrada trasera, abrieron fuego con fusiles de asalto.

Sin embargo, solo uno de ellos logró franquear la entrada, por la rápida reacción de los guardias de seguridad -tres fallecidos- y de la policía -otro muerto-. El edificio de la bolsa también alberga la sede de varios bancos, por lo que había cerca de dos mil personas.

La cercanía de varias comisarías -en una zona segura de Karachi, a un kilómetro del consulado de EE.UU.- permitió desbaratar “en ocho minutos” un plan de largo aliento. Las provisione­s halladas entre la ropa de los terrorista­s -todos abatidos- probarían su intención de atrinchera­rse.

El asalto ha sido reivindica­do por la misma organizaci­ón secesionis­ta que ha encontrado su nueva razón de ser, en los últimos años, en la oposición al Corredor Económico Pakistán-china, que atraviesa el Beluchistá­n.

Ésta es la provincia más extensa del país, pero también la menos poblada, con apenas siete millones de habitantes. Casi la mitad de estos, además, no son beluchis sino pastunes.

Los nacionalis­tas beluchis, generalmen­te laicos, denuncian el atraso de su región, rica en gas, en un país que nunca ha sido federal, a diferencia de India. Al mismo tiempo, el verdadero motor de esta región de clanes feudales es el contraband­o. El cabecilla del grupo, según Islamabad, reside en Londres. Y gran parte de sus guerriller­os viven bajo protección del gobierno de Kabul, en Kandahar, en la ruta de la heroína.

Ahora son un obstáculo oportuno, en el movimiento tectónico que aproxima a China y Pakistán, en la misma medida que la India de Modi se abraza a EE.UU..

El ministro de Exteriores de Pakistán, que llevaba días advirtiend­o sobre un “atentado indio de falsa bandera” como “maniobra de distracció­n” del reciente mazazo sufrido en Cachemira a manos del ejército chino, ayer se reiteró en lo dicho. Aunque Shah Mahmud Kureshi sigue sin aportar ninguna prueba de la implicació­n del RAW, equivalent­e indio de la CIA o el Mi6 británico.

Aunque no hay duda de que golpear la bolsa de Karachi -la Bombay pakistaní- es también golpear a China, ya que las bolsas de Shanghai y Shenzhen controlan el 40% del Pakistan Stock Exchange, que agrupa a los tres mercados de valores pakistaníe­s. Asimismo China, que es el primer inversor en el país, podría acoger este año el lanzamient­o de bonos del tesoro pakistaní denominado­s en yuanes.

La piedra de toque, en cualquier caso, es el citado Corredor Económico China-pakistán, que termina a unos kilómetros más al oeste, en el puerto de aguas profundas de Gwadar, tras atravesar, desde Xinjian, parte de la Cachemira ocupada por Pakistán, así como el yermo beluchi.

Hace un año, un hotel de Gwadar frecuentad­o por ingenieros chinos, sufrió un asalto armado de la misma organizaci­ón. En 2017, una decena de peones sindis que trabajaban en esas obras fueron ejecutados, uno por uno, por el ELB. Por si hubiera dudas, el mismo consulado de China en Karachi sufrió un asalto terrorista beluchi hace un año y medio.

Muchos beluchis celebran las victorias de India frente a Pakistán en cricket. En realidad, culturalme­nte tienen más que ver con Irán -donde hay también hay beluchis. Algunos de ellos se emplean como mercenario­s. Así que India y Pakistán se acusan mutuamente de apoyar a sus respectiva­s insurgenci­as, en Cachemira y Beluchistá­n. Pakistán, además, apoya a los talibanes para sacar a India de Kabul, su retaguardi­a.

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