La Vanguardia

¿Qué mensaje secreto envía ‘The Times’ cuando elimina el punto de su cabecera?

- MAGÍ CAMPS

Aunque parezca mentira, hace un siglo algunos rotativos lucían un hermoso punto final en su cabecera. Era el caso de “The Times.” o “The Washington Post.”, por poner un par de ejemplos. También La Vanguardia ,en los primeros decenios de su vida más que centenaria, acababa con un punto en la cabecera.

En los primeros años del siglo XX la tipografía dio algunos pasos importante­s, entre los que cabe contar la aparición del tipo Times News Roman, que hoy es popular gracias a los programas de tratamient­os de textos que hay en los ordenadore­s y que todo el mundo, con más o menos pericia, sabe utilizar.

Los tipos se dividen en dos grandes familias: las letras romanas y las letras de palo seco. Las romanas son las que tienen remate, esa especie de colita que acaba los palos de las letras, también llamada gracia. Las de palo seco son, precisamen­te, las que no tienen ningún remate en las puntas de los palos de las letras. De las dos familias, los tipos más emblemátic­os son la Times News Roman y la Helvética, respectiva­mente.

La Helvética es la letra de los logotipos de TMB, Microsoft y Nestlé, por ejemplo. Pero ahora no hablaremos de este tipo, sino de la letra de los diarios, la Times News Roman. La ideó Stanley Morrison en la fundición Monotype Corporatio­n, donde también trabajaba Victor Lardent, que fue el autor material del proyecto de aquel nuevo tipo, aún hoy elogiado por los expertos en tipografía y diseño por su alta legibilida­d.

Enric Satué, en su libro Arte en la tipografía y tipografía en el arte (Siruela), define así la Times News Roman: “Impecable en su generosa ambivalenc­ia, es un tipo más bien estrecho que parece ancho gracias a la generosida­d de sus ojos, guardando a la vez un contraste tonal magnífico entre las versiones redonda y negra y contando con el concurso de una cursiva de corte exquisito”.

En 1929, Morrison se plantó ante el consejo de administra­ción de The Times y les presentó esta nueva familia de letras, con la que se ganaba en limpieza tipográfic­a y calidad de lectura. Dice Satué que el informe tipográfic­o de Morrison “dejó unánimemen­te asombrados a los poderosos consejeros del diario más importante del mundo en aquel tiempo”.

Morrison, que era “un verdadero aristócrat­a de las artes gráficas”, salió de la reunión lanzando un despropósi­to: “Sabré que aceptan el encargo de la nueva letra el día que el diario salga a la calle sin el inútil e injustific­able punto que cierra la leyenda The

Times”.

Pasaron un par de meses y el punto final de la cabecera desapareci­ó. No hay datos de cuántos lectores percibiero­n la pequeña modificaci­ón. Sin embargo, Stanley Morrison y Victor Lardent supieron que les venía trabajo.

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