La Vanguardia

La solución es psicológic­a

- Santi Nolla

Cómo debía ser antes, cuando no había 15 cámaras en los campos y siete árbitros mirando las jugadas? Hay quien empieza a entender a los padres y a los abuelos cuando les hablaban de conspiraci­ones que sonaban a cuentos de medianoche. Si con la máxima tecnología y los múltiples ojos hoy casi todos los detalles caen siempre del mismo lado, ¿qué debía pasar antes? Hay quien cree que del mundo del blanco y negro se ha pasado al blanco en lugar de al color y en una Liga en la que los resultados son muy apretados y deciden los detalles, el Barça no tiene nada que hacer. O es muy superior o tiene poca opción. Hay quien cree, en un terreno más neutro, que es opinable y los que piensan que todo se debe a un estado de gracia.

El Madrid ha sido beneficiad­o en cuatro de los cinco partidos que ha jugado. No se discute si ha sido mejor o peor. El problema no es ese, son los agravios. El Real es un gran equipo, siempre compite y en esta Liga esa bola que toca la red en la sensaciona­l imagen de la película de Woody Allen, Match Point, siempre ha caído a su favor. No es victimismo. A veces la bola cae en el lado malo, como le pasa a la mayoría de equipos, pero esta temporada se encadenan acciones favorables a los blancos. El Barça no está en su mejor momento, pero tampoco anda hecho unos zorros. El Madrid lo supera en resultados pero no en fútbol. Los blancos juegan con más confianza, con esa sensación de que los detalles les favorecerá­n, mientras el Barça debe luchar contra demasiados rivales: los deportivos, el

El Barça no tiene un problema grave de fútbol, pero debe luchar contra el pasado y los detalles que casi siempre caen del mismo lado

pasado glorioso, el entorno, los detalles, las tácticas y su propio juego.

El problema futbolísti­co no es tan grave. Es posible que haya errores como el de alinear a Umtiti en lugar de Lenglet en Vigo, o algunos cambios, pero el tono de la primera parte de Vigo o muchos minutos en Sevilla es bueno. Si hubiera ganado los dos partidos hubiera entrado en el mundo de lo posible. Y ceder puntos ante esos dos equipos en una Liga puede entrar dentro de la lógica. El problema no es de fútbol, es de cabeza. Los jugadores del Barça han de bunkerizar­se, aislarse de un entorno mediático (fuera y dentro) a veces muy tóxico (más en periodo electoral), deben luchar contra su propio pasado, porque muchos de ellos han sido imbatibles y han ganado con comodidad en un fútbol en el que hoy hay toca sufrir y mucho. Deben luchar para no regularse, para vaciarse en cada encuentro y aprovechar las ventajas en el marcador para apretar mucho más en lugar de dejar de pisar el pie del acelerador. Casi todo vinculado a cuestiones más psicológic­as que de calidad futbolísti­ca, que atesoran sin ninguna duda. Han de prepararse para que los detalles que siempre caen del mismo lado no les afecten. No es fácil, pero es posible. La diferencia, más que en los pies, está en la cabeza.

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