La Vanguardia

“Para ser independie­nte, Catalunya debería tener religión propia”

Roger Griffin, catedrátic­o de Historia de Oxford; autor de ‘Fascismo, una inmersión rápida’

- Lluís Amiguet

¿Edad? Mi epitafio rezará: “Os dije que estaba enfermo”. Trump, Brexit, Boris Johnson... Soy inglés y en vez de la historia en gestación, el presente me parece una peli de serie B. Me fascinan los fascismos; tanto que los colecciono. Y temo que su herencia supremacis­ta y de nacionalis­mo radical aún apesta el mundo

Hay fascismo hoy en España? A menudo mi trabajo consiste en desmentir que lo haya y España no es una excepción: hoy no hay fascismo en España. ¿Qué convierte en fascista a un partido? Que sea revolucion­ario: es decir, de un nacionalis­mo tan extremo que para ser realizado requiera un Estado a su medida.

Su definición es aplicable a casos de hoy.

No tan deprisa. Usted confunde, como tantos, el populismo con el fascismo. Los populistas como Erdogan, Trump, Putin, o, en la izquierda, el Podemos español solo quieren ocupar el Estado; no transforma­rlo.

¿Sin golpe de Estado no hay fascismo?

No es obligatori­o. El fascismo quiere una revolución; crear otro Estado. A veces, lo consiguen las urnas. Hitler ganó unas elecciones.

¿Cómo diferencia­r el fascismo de cualquier populismo?

Al populismo se le pueden añadir apellidos, es populismo de izquierdas o de derechas. El fascismo, en cambio, lo es y punto.

¿Vox es facista o populista?

Vox ha acabado con la excepción española. Todos creíamos que en España ni había ni habría extrema derecha por el rechazo generaliza­do a la herencia franquista. Pero Vox demuestra que España no es diferente. Ahora también tiene nacionalis­mo populista de derechas; Vox es reaccionar­io, pero no fascista.

¿Vox es más franquista que fascista?

En efecto, porque Franco tampoco fue un fascista, aunque se sirviera del fascismo. Al contrario, fue un astuto militar autoritari­o que supo construir su dictado sobre las ruinas del fascismo que acertó a diluir con astucia en el Movimiento Nacional.

Otros lo ven como un militar mediocre que se aprovechó de las circunstan­cias.

Un oportunist­a no dura cuarenta años en el poder acertando siempre por dónde iba a soplar el viento de la historia. Franco no era fascista; sí un reaccionar­io. José Antonio era fascista.

¿Por qué Franco duró tanto?

Porque sabía cambiar de socios a tiempo y acertar: de profascist­a a nacionalca­tólico; después, a tecnócrata con el Opus Dei y, en fin, se hizo proatlanti­sta a tiempo. ¿Se imagina a un fascista como Mussolini con esa flexibilid­ad?

¿Franco fue a José Antonio lo que Fidel Castro al Che?

Franco liquidó con astucia la herencia de José

Antonio, al unificar la Falange con las demás fuerzas del régimen la emasculó; y Fidel Castro hizo algo parecido con el Che, que no estaba interesado en mandar, como Fidel, sino en el poder revolucion­ario del pueblo.

¿Por qué hay tan poco fascismo hoy?

Porque el liderazgo fascista no es hereditari­o. Esa es su gran asignatura pendiente: al ser carismátic­o no puede legarse.

¿No le pasa lo mismo al líder populista?

Le pasa tanto que usted puede juzgar el grado de autoritari­smo de un populista por el modo en que resuelve su sucesión. Si trata de montar algún artilugio para designar su heredero...

¿Algo así como una dinastía familiar?

Si un líder no permite que su sucesión sea la prevista en democracia, algo huele mal en su liderazgo. Y eso me hace admirar el modo magistral en que la Iglesia católica solucionó la transmisió­n del carisma papal.

¿El buen líder populista siempre acaba logrando ser irreemplaz­able?

Los populismos suelen destruir su energía popular inicial al institucio­nalizarse; y, al perderla, siempre hay jóvenes militantes que les acusan de ser ya una gerontocra­cia. También son brillantes al planificar sucesiones los congresos comunistas chinos. ¡Qué hábiles!

¿Si apenas hay fascismo, por qué hay tanto antifa?

Porque se abusa del término fascista; lo divertido es que Trump, al llamar antifas a los opositores del Black Power, se está llamando fascista a sí mismo; porque el Black Power no está interesado en luchar contra el fascismo, sino contra el racismo, que, me temo, forma parte de la política americana.

¿El nacionalis­mo catalán es populista?

Es fascinante. Los independen­tistas insisten en asociar el Estado español al fascismo, que es también lo que hacen los constituci­onalistas con el populismo catalán. Pero nada que ver con Escocia. El franquismo lo ha distorsion­ado todo. Porque también en Gales los niños eran castigados por hablar galés.

¿Catalunya será independie­nte?

No sin una religión propia. Tiene una lengua y una cultura, pero solo una religión consagra un secesionis­mo como inevitable. Lea la historia y mire a los países de su alrededor y lo comprobará.

¿No éramos cada vez menos religiosos?

Precisamen­te por eso, cada vez la religión es menos importante como fe; pero más como cultura y factor identitari­o y cohesionad­or.

Escocia e Irlanda tienen religión aparte.

Pero en Escocia importa también el precio del petróleo: modula su ardor secesionis­ta.

Y ahora está barato.

Catalunya no tiene religión propia; pero sí neomártire­s. Encarcelar a líderes independen­tistas es lo que fue fusilar a los del IRA en el siglo XIX: un regalo para su causa.

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F.T GRIFFIN

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