Un centro financiero amenazado
Hong Kong es el primer hub financiero de Asia y uno de los primeros del mundo. La ciudad debe ese estatus al trato privilegiado que en materia comercial le ha dado durante años Estados Unidos. Ese trato ha permitido a Hong Kong funcionar como la puerta de entrada al mundo de los negocios del continente en el periodo de la historia en el que China ha protagonizado su más importante salto económico. Pero esa es solo la mitad de la explicación. La realidad es que Hong Kong debe buena parte de su éxito a la herencia británica. A la herencia en materia jurídica, que ha hecho de la ciudad uno de los territorios de Asia de mayor fiabilidad a la hora de hacer negocios en un entorno en el que el business as usual no estaba siempre garantizado.
La otra mitad de esa herencia es la educación. Hong Kong dispone de capital humano de calidad, mucho más que ningún otro país de la zona. Esa mano de obra ha sido imprescindible para el sector financiero. Y ha sido precisamente en algunos de los mejores centros educativos (en particular en las universidades católicas) donde se ha gestado la oposición democrática a los planes de Pekín. China ha aceptado el papel de bisagra de Honk Kong mientras le ha sido necesaria para el despegue económico. Ahora que se siente más afianzado, el régimen que gobierna Pekín prefiere Shanghai como primer centro financiero. Estados Unidos, por su parte, retirará probablemente en las próximas semanas el trato preferencial que tenía con Honk Kong.