La Vanguardia

Ácido por despecho

Una mujer pierde un ojo por el ataque de un hombre que, obsesionad­o con ella, le lanzó líquido abrasivo

- SÍLVIA OLLER

Me acosaba mucho, lo había denunciado varias veces, siempre me decía que si no me iba con él me iba a quemar, que si no me iba con él me iba a sacar los ojos y hasta que no lo ha conseguido no ha parado”. Era el desgarrado­r mensaje desde el hospital Vall d’hebron donde está ingresada de Ana María Gallego, la mujer de 34 años a la que este lunes un hombre rociaba con una botella de sosa cáustica en su casa, en Sant Feliu de Guíxols.

Ella, que había bajado las escaleras de casa con su hija mayor de cinco años, cuando tuvo lugar el terrible ataque, se llevó la peor parte al intentar proteger con su cuerpo a la pequeña. Sufre quemaduras en la boca, labios, lengua, cabeza y los ojos y podría perder la vista. De uno no ve. La niña tiene quemaduras leves en el rostro y los hombros. El juzgado de instrucció­n 3 de Sant Feliu de Guíxols, competente en materia de violencia sobre la mujer, ordenó ayer la detención del agresor y acordó ayer una orden de protección sobre las víctimas.

El agresor, un hombre de 45 años, se dio a la fuga tras perpetrar el ataque, a plena luz del día y al cierre de este edición seguía en paradero desconocid­o. Los Mossos d’esquadra investigan una posible relación sentimenta­l entre víctima y agresor a pesar de que los padres y marido de la víctima niegan que existiese o hubiese existido ningún tipo de relación sentimenta­l entre ellos. Lo que sí está claro es que víctima y agresor se conocieron a través de la niñera que cuida de las hijas de la mujer, de cinco y dos años y habían establecid­o algún vínculo que los investigad­ores intentan desentraña­r. “Lo conocía de la panadería, hablaba con él pero no había ninguna relación más”, explicaba ayer la madre de la agredida, Manuela Ramos. Él trabajaba de panadero en el barrio.

Fuentes familiares aseguraron ayer que de un tiempo para acá el hombre la había empezado a acosar y la perseguía constantem­ente, a todas horas, incluso de noche. La última vez, este lunes. A las seis de la mañana, empezó a lanzar piedras desde la calle a la ventana de la habitación de la mujer para que saliera. A esas horas, el marido de la mujer y padre de las niñas, que trabaja en una fábrica de piezas de automóvil, ya se había ido a trabajar. Una de esas piedras, de grandes dimensione­s, que se llevaron los Mossos d’esquadra, alcanzó el comedor de casa. El impacto de las piedras contra los cristales puso en alerta a los padres de la víctima, que residen en Vilafranca del Penedès, y este sábado habían ido a visitarla tras estar cuatro meses sin poder ver ni a su hija ni a las nietas por la crisis del coronaviru­s. El domingo pasaron el día en Platja d’aro y el lunes, sobre las 9 de la mañana tenían previsto marcharse. Antes de irse, el padre de la víctima llamó a los Mossos para denunciar el lanzamient­o de piedras contra el inmueble. “Cuando nos fuimos, seguía escondido en la calle y nos pidió que retiráramo­s la denuncia”, explicó ayer la madre de la víctima. El agresor aprovechó que los familiares se habían ido para perpetrar el ataque contra Ana María, que había interpuest­o denuncias contra él. Fuentes policiales explicaron ayer que existen denuncias cruzadas entre el agresor, la víctima y el marido de ésta. El marido de la víctima explicó ayer que desde el 17 de abril él , su mujer o ambos han acudido a los Mossos o a los juzgados hasta en seis ocasiones para denunciar coacciones acoso o lesiones y que, en ocasiones, su mujer le había llamado al trabajo porque “sentía miedo” o “se sentía vigilada”.

Según informó ayer el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC), el agresor también habría denunciado al marido de la mujer por un supuesto intento de atropello el 29 de mayo. La causa está abierta. El mismo día la mujer presentó una denuncia contra el fugado por delito de coacciones con relación a unas imágenes. Según el TSJC, el magistrado, de acuerdo con la Fiscalía y sin recursos del abogado de la víctima, desestimó entonces una orden de protección porque “no se daban las exigencias para adoptarla con la informació­n que entonces disponía”. El 11 de junio, el magistrado, “dada la relación entre la mujer y el hombre fugado”, se inhibió a favor del juzgado de instrucció­n 3, el competente en violencia sobre la mujer, que reclamó la causa. Entre los dos hombres hay otro procedimie­nto por un delito leve de lesiones por unos hechos ocurridos el 8 de mayo.

El Ayuntamien­to de Sant Feliu de Guíxols organizó un acto de condena contra la violencia de género. El alcalde Carles Motas calificó de “acto cobarde, vil y a traición” la agresión.

Un juez desestimó una orden de protección cuando ella denunció a ese individuo por coacciones

Entre la víctima, su marido y el agresor, en paradero desconocid­o, existen varias acusacione­s cruzadas

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LV La víctima, Ana Maria Gallego, en una foto facilitada por la familia

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