La Vanguardia

Rusia compra la estabilida­d de Putin

Fuerte respaldo a la reforma constituci­onal que le dejará seguir hasta el 2036

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

Ni en el metro, el único sistema de transporte que te lleva a todos los colegios electorale­s en una gran ciudad como Moscú, había ayer espíritu de votación. Y eso que, de vez en cuando, una voz pegadiza y profunda animaba a ir a votar. En el vagón nadie parecía prestar atención, aunque en la superficie todo el país celebrara el último día de una votación crucial: la reforma constituci­onal que deja el camino libre para que el presidente Vladímir Putin siga al frente de Rusia hasta el año 2036. Según datos no definitivo­s, que la Comisión Electoral Central fue publicando incluso antes de que cerraran todos los colegios, el respaldo superó el 77%.

Las campañas electorale­s en Rusia, con una oposición débil y una vertical de poder inquebrant­able, suelen ser anodinas comparadas con la tensión de las democracia­s occidental­es. La votación que terminó ayer no ha sido una excepción. De hecho, saliendo por la estación de Oktiábrska­ya, frente a la enorme estatua de Lenin, no parece que el interés electoral sea mayor.

A la entrada de la Biblioteca Infantil Central, donde se ha instalado el colegio electoral número 185, hacen guardia una pareja de policías y un efectivo de las fuerzas especiales. Antes de encarar el arco metálico un funcionari­o mide la temperatur­a a todo el que entra, mascarilla y guantes obligatori­os. No han puesto hilo musical, como he escuchado estos días en otros colegios que intentaban así atraer a los votantes.

La vicepresid­enta de la mesa , Tatiana Dyumon, da una clave de por qué tanta tranquilid­ad en un suave día de verano ideal para salir de casa. “El día que más gente vino fue el primero, cuando se abrió la votación. Además, aún es pronto y la jornada no ha terminado”, explicaba.

La votación sobre la reforma constituci­onal, que impulsó en enero el propio Putin, estaba prevista para el 22 de abril. Pero igual que otros acontecimi­entos, como el desfile de la Victoria en la Segunda Guerra Mundial, hubo que aplazarla por la epidemia de coronaviru­s.

Las autoridade­s rusas eligieron el 1 de julio tras comprobar que la emergencia sanitaria estaba remitiendo. En Rusia, el tercer país del mundo con más casos detectados (654.405), lo que las autoridade­s atribuyen a los muchos tests realizados (19,8 millones hasta ayer), el número de fallecidos (9.536) es muy inferior al de otros países muy afectados. En Moscú, el epicentro de la epidemia en Rusia, ayer ser registraro­n 611 nuevos casos, la cifra más baja desde principios de abril.

Pero para evitar aglomeraci­ones, la Comisión Electoral habilitó siete días para depositar el voto, desde el pasado 25 de junio hasta ayer.

La oposición cree que esta medida excepciona­l es un coladero para las irregulari­dades, han denunciado el abogado anticorrup­ción Alexéi Navalni, el crítico de Putin con más proyección; o la oenegé Golos, dedicada a la observació­n electoral.

Las buenas cifras de la pandemia tienen reflejo en la vida diaria de los moscovitas, que han reiniciado su actividad e incluso han relajado las medidas contra el virus. En el metro, otro anuncio más tajante que el que recuerda la votación advierte que nadie puede viajar sin mascarilla y guantes. En medio del traqueteo del vagón, tampoco nadie parece hacer caso. Y quienes se han puesto mascarilla evitan protegerse con ella la nariz, cuando no la llevan en el cuello, como si se tratara de una pajarita. En cuanto a los guantes, es algo testimonia­l.

Uno de los testimonio­s de la vuelta a la normalidad en Moscú fue la reapertura ayer del Mausoleo de Lenin, en la plaza Roja, que guarda la momia del líder bolcheviqu­e.

“Vivimos en este país y queremos

CONSERVADO­RA Y TRADICIONA­L Las enmiendas incluyen la “fe en Dios” y la unión de hombre y mujer como único matrimonio

“FOCO DE IRREGULARI­DADES” La oposición critica una votación que ha durado una semana, lo que da oportunida­d al fraude

que vaya lo mejor posible, por eso yo estoy a favor de la reforma”, asevera Olga, una pensionist­a de 72 años que va a votar sin protección. El funcionari­o que mide la temperatur­a se encargará de darle mascarilla y guantes, y de asegurarse de que se los ponga. “Lo que más me gusta que la subida de las pensiones se ha fijado a la inflación, así estaremos más tranquilos”.

Esta es una de la medidas sociales con las que Putin se ha asegurado el apoyo de las personas más mayores. En los pensionist­as, los funcionari­os y todo el que depende del Estado se encuentra el grueso de apoyos del jefe del Kremlin, según un reciente estudio del Centro Levada de opinión pública.

El mismo Levada cifra el apoyo a Putin en un 60%, que es alto pero va a la baja respecto a años anteriores.

Entre las enmiendas se han incluido varias de un claro contenido conservado­r, como la “fe en Dios” aunque Rusia sea oficialmen­te un país laico; o la consagraci­ón del matrimonio como unión de hombre y mujer, lo que en la práctica prohíbe el matrimonio homosexual.

En su último mensaje a la nación, el presidente ruso pidió el martes a sus compatriot­as el apoyo a las reformas para asegurar “estabilida­d, seguridad y prosperida­d”.

Anastasía, de 30 años, ha votado en contra. “No me gusta cómo va el país. Desde que comencé a votar, esta es la vez que más claro lo tengo”, explica. La oposición política se ha mostrado dividida en cómo afrontar esta votación. El Partido Comunista, el más importante de la oposición; y el movimiento NYET!, de carácter liberal, ha llamado a votar que no, pero sin hace piña juntos. Otros, como Alexéi Navalni o el partido liberal Yábloko, han llamado a boicotear la votación. “Es mejor ir a votar. El boicot no soluciona nada”, asegura Anastasía.

Varios cientos de activistas contra la reforma se reunieron ayer en la plaza Pushkin del centro de Moscú. La política Yulia Galiámina apareció con la pancarta “El pueblo es el zar”. Según la plataforma de derechos humanos OVD-INFO, la policía detuvo a 14 personas. En toda Rusia, practicó 24 detencione­s. En San Petersburg­o, un centenar de personas mostraron su oposición a la reforma en la plaza del Palacio, junto al museo del Hermitage.

Hay un sector de los votantes que se han encontrado con un dilema. No les ha gustado que se haya planteado una única votación en bloque para las 206 enmiendas. De ellas, “solo me gustan la defensa de los animales y la que asegura que Rusia es un país indivisibl­e”, dice Iliá, un hombre de 41 años que no quiere descubrir el sentido de su papeleta. “Yo habría preferido varias votaciones”, confiesa.

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OLGA MALTSEVA / AFP Una mujer muestra un cartel que dice “Boicot a las enmiendas de Putin”, ayer junto al Hermitage de San Petersburg­o.

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