“Por supervivencia y salud me puse a coser”
Con cada medio metro de tela que encuentra con mucho mimo sale un bolso y su mascarilla. Todo empezó de casualidad. Ángeles Espinosa, argentina de 47 años felizmente afincada en Barcelona y perito calígrafo, olvidó felicitar a su amiga la diputada Glòria Freixa. Aquel 13 de marzo de pesadilla, todos estábamos demasiado impactados con el decreto del estado de alarma como para recordar cumpleaños de los seres queridos. Para remediar su olvido, buscó en los cajones una tela bonita, cosió un bolso amarillo y con el retal que sobraba confeccionó una máscara a juego. La amiga quedó maravillada. “Y así empezó esta aventura”, relata emocionada. Una amiga se lo contó a la otra y su número de teléfono se fue pasando de unos a otros. “Gustó tanto la combinación y empecé a recibir tantos encargos que decidí tomármelo en serio mientras duraba la crisis”. En su caso, la pandemia representó casi cuatro meses con los juzgados cerrados, en los que no ha podido defender como perito sus informes sobre falsificaciones o escritos. Tampoco los clientes que la contratan como profesional de la caligrafía han trabajado. “Tuve que ponerme a coser por supervivencia económica y salud mental”, admite. Pese a la reactivación de la actividad judicial y la vuelta escalonada a su trabajo, no quiere abandonar los bolsos. Ha contratado a una costurera que la ayuda y mantiene al día la cuenta de Instagram (@angel.inabags) en la que muestra las telas y recibe encargos. /