El Fénix de Verdi
Intérpretes: M. Rebeka (Violetta), M. Fabiano (Alfredo), A. Rusinski (Germont), S. Ferrández (Flora) Coro y Orquesta del Teatro Real Dir. Coro: A. Máspero
Dir. Mus.: N. Luisotti
Lugar y fecha: Teatro Real de Madrid (1/VII/2020)
Noche para la memoria histórica del Teatro Real con esta Traviata verdiana, símbolo de la esperanza lírica post-covid-19. La emocionante reapertura del primer teatro de ópera español en reanudar su actividad se firmó con un éxito artístico impecable. Por encima de los protocolos de separación, que hicieron de la versión en concierto semiescenificada, firmada con esmero por Leo Castaldi, un puro trámite para dejar fluir el drama verdiano burgués por antonomasia. La soprano letona Marina Rebeka demostró porqué es una de las voces actuales más demandadas: voz caudalosa, de lírica plena con buenas agilidades, timbre sedoso, emisión homogénea, dicción y técnica refinadas y un carisma vocal que privilegia la belleza canora por encima de una interpretación con toques gélidos de femme fatale. Su retrato vocal y físico de la prostituta más famosa de la historia de la ópera, Violetta Valéry, fue como un reflejo lírico a lo Catherine Denueve. A su lado el tenor Micheal Fabiano mostró elegancia con una dicción por momentos brumosa, y una emisión de color cambiante, con toques metálicos y vibrato, que emborronó una actuación a la que le faltó punch y química con su querida Violetta.
Triunfador de la velada fue el barítono polaco Artur Rucinski, ovación más unánime y cerrada de la noche después de un Di provenza soberbio. La voz flexible, el timbre cálido y noble, rematado con una técnica muy segura, tanto su aria como el dúo con Violetta, aquí si hubo empaste y química vocal, fue de lo mejor de la función. El coro se sobrepuso a un inicio complicado, la separación entre ellos y las distancia con el foso no ayudó, para firmar otro logro frente a la adversidad. Triunfó la batuta de Nicola Luisotti, frente a una orquesta de cuerdas intensas y vientos destacados. El maestro italiano se dejó llevar por el drama y mostró la sofisticación y grandeza de un título que sigue siendo el Fénix de Verdi. Fue uno de sus fracasos más sonoros, el del estreno en la Fenice de Venecia en 1853, pero La Traviata sigue renaciendo de sus cenizas, con una fuerza musical única, de nuevo aquí un emblema del renacer cultural en tiempos de pandemia mundial.