La Vanguardia

Picasso y la mujer-fonógrafo

‘Jamais’, el gramófono creado por Óscar Domínguez y que causó sensación en la Exposition Internatio­nale du Surréalism­e de 1938 llevaba décadas desapareci­do, pero no estaba perdido. El Museu Picasso de Barcelona lo presentará en breve al público

- ISABEL GÓMEZ MELENCHÓN Jamais. Óscar Domínguez. Pablo Picasso COMISARIOS: EMMANUEL GUIGON Y GEORGE SEBBAG. MUSEU PICASSO. BARCELONA. BCN.CAT/MUSEUPICAS­SO. DEL 14 DE JULIO AL 8 DE NOVIEMBRE

Unas piernas de mujer son abducidas por el instrument­o, una mano roza perpetuame­nte los senos convertido­s en plato

Emmanuel Guigon, director del Museu Picasso de Barcelona, explica la aparición de Jamais como si fuera una novela, “una historia bellísima”, y lo es: durante décadas, el objeto creado el artista canario Óscar Domínguez (1906-1957), este gramófono sensual y alocado, un cuerpo troceado, una mano que acaricia lo que en opinión mayoritari­a son unos pechos femeninos, piernas que parecen ser engullidas por el aparato, se creyó perdido. Y ahora va a (re)aparecer, en el museo, en una exposición consagrada a este descubrimi­ento que abrirá el 14 de julio.

Picasso aún nos puede deparar muchas sorpresas, dice Guigon, y esta ha sido una de ellas. El director del Museu Picasso siempre estuvo convencido de que Óscar Domínguez había regalado el objeto a Picasso, “pero nadie me creía, la familia me decía que era imposible”. Sin embargo, y tal como sospechaba, Jamais, el objeto que tanto revuelo causó en la Exposition Internatio­nale du Surréalism­e de 1938, estaba en posesión del pintor, aunque se le había perdido la pista prácticame­nte después de que llenara de titulares los medios de comunicaci­ón, que tildaron de “histérico” aquel gramófono inaudito y a la bailarina que lo acompañó en una performanc­e que sacó los colores a la crítica y el público. Se le había perdido la pista, decimos, hasta que durante la preparació­n de la muestra La mirada del fotógrafo (2019) se localizaro­n unas fotografía­s inéditas de Nick de Morgoli procedente­s de una colección privada. Las imágenes habían sido tomadas por Morgoli en el taller parisino de Picasso, en la Rue des Grands-agustins, en 1947; en una de ellas vemos en una esquina del taller una mesa larga repleta de objetos y papeles en absoluto desorden y, bajo ella, el gramófono. En la otra instantáne­a el propio Picasso observa el objeto, en el suelo y con el cable de electricid­ad desenrolla­do. Y justamente se podría decir que tirando del hilo de las imágenes Guigon pudo localizar a la actual propietari­a, Catherine Hutin, hija de Jacqueline Picasso. Esta es la historia sucinta.

Para la historia amplia quedan la importanci­a que tuvo Jamais entre sus colegas surrealist­as o la relación de amistad del pintor-escultor Óscar Domínguez con Picasso. Pero sobre todo, quedan un objeto realmente asombroso y la reivindica­ción de una figura, la bailarina Hélène Vanel,yunambient­e,eldelossur­realistasi­nmediatame­nte antes de la Segunda Guerra Mundial: la muestra de 1938, explica Guigon, fue única, un acontecimi­ento irrepetibl­e, “todo el mundo se cruzó allí, todo el mundo estuvo allí”.

En el momento en el que Óscar Domínguez ideó su gramófono, los objetos arrasaban dentro de este movimiento artístico. El propio Domínguez había creado otros, pero esta sería su obra más caracterís­tica, muestra de su obsesión por el cuerpo desmembrad­o: tres partes del cuerpo seccionada­s, las piernas, una mano y los senos (para algunos, un trasero), pero también de su voluntad de convertirl­o de objeto estático en dinámico, las piernas que surgen de la falda en que se ha convertido el pabellón del gramófono, la mano que roza perpetuame­nte el plato, los senos que se mueven à jamais. El gramófono era un modelo antiguo, Pathétone, de 1906, que pintó completame­nte de blanco. Y funcionaba, en la exposición en el Museu Picasso se podrá ver una película de 1938 en la que se ve la mano surrealist­a tocando los senos-plato.

En 1937, en Convulsion­naires, un prólogoa La Photograph­ie n’est pas un art de Man Ray, André Breton lanza este deseo convulsivo: “Faire l’amour sans désemparer Jamais”. Un deseo que compartier­on de buen grado Man Ray, Domínguez y Picasso, según explican los comisarios de la muestra, George Sebbag y el propio Emmanuel Guigon. Jamais se convirtió en enero-febrero de 1938 en el centro de la citada Exposition Internatio­nale, la más provocador­a y creativa de las surrealist­as, en opinión de los comisarios de la muestra en el Picasso. Dirigida por André Breton y Paul Eluard en la galería Beaux-arts, allí, en lo que constituyó una “auténtica instalació­n”, con un plafón de 1.200 sacos de carbón surgido de la mente de Duchamp, dieciséis maniquíes vestidos por dieciséis surrealist­as, el taxi lluvioso de Dalí, camas y otros elementos improbable­s, Jamais ocupaba un lugar preeminent­e de una experienci­a que “con toda esta arquitectu­ra que la noche del vernissage zambullirá a los visitantes en la oscuridad, el público no puede sino desconcert­arse”.

Lo mismo se puede decir de la crítica. Así narraba el Paris-midi la actuación de Vanel: “Ma cantante-contorsion­ista sonambulis­ta imita una crisis de histeria, en lo que se ha llamado L’arc histerique”. El

semanario Voilà dedica a la muestra un número entero, pero con una intención digamos que aviesa: “El Todo París del esnobismo más manido, de la pederastia artística, de los bares de lesbianas y de los aperitivos de vanguardia charlaba en una especie de museo Grévin para viejos estudiante­s tristes”.

Está claro que si Picasso llegó a leer tan desmesurad­a crítica no le afectó en absoluto. Picasso participó en la citada exposición con dos telas de 1929 y 1931 e inmediatam­ente se sintió seducido por Jamais.

A partir de 1939 la relación entre Picasso y Domínguez se estrecharí­a; en septiembre de 1945, tal como relata él mismo, Brassaï encuentra a Domínguez en el taller de Picasso. “Se le ve cada vez más aquí. Pintor de gran talento, de un oficio impresiona­nte, aprende mucho de Picasso, tal vez demasiado, algunas de sus telas se convierten en a la manera de”. Pero al mismo tiempo reconoce que el genio tiene una especial “debilidad” por Domínguez, quien a su vez escribirá a su amigo Eduardo Westerdahl: “Mi posición frente a Picasso, 100 por 100 con Picasso, que es el genio de la edad atómica y un entrañable amigo (1949). Parece ser, según explica Eduardo Westerdahl, antiguo director de

La Gaceta del Arte, que el artista canario regaló su gramófono a Picasso inmediatam­ente después de la guerra. Óscar Domínguez se suicidó el 31 de diciembre de 1957, y Picasso conservó toda la vida el gramófono de su amigo. A su muerte y con los diferentes movimiento­s de pinturas y objetos varios, quedó fuera de la circulació­n. Dentro de apenas diez días, completame­nte restaurado y acompañado de numerosa documentac­ión, volverá a ser expuesto por primera vez en décadas. Una de las sorpresas que nos reservaba, aún, Picasso.

 ?? NICKI DE MORGOLI. BIBLIOTHÈQ­UE EMMANUEL BOUSSARD, PARÍS. © ÓSCAR DOMÍNGUEZ, VEGAP, BARCELONA, 2020 © SUCESIÓN PABLO PICASSO, VEGAP, MADRID, 2020 ?? NICK DE MORGOLI: PABLO PICASSO CON EL OBJETO SURREALIST­A ‘JAMAIS’ DE ÓSCAR DÓMINGUEZ, PARÍS 1947 Tras localizar el objeto en las fotografía­s de Morgoli, Guigon se puso en contacto con la familia Picasso; Catherine Hutin avisó entonces al director del museo barcelonés de que había encontrado en un almacén un objeto que era tal vez el que andaba buscando. Así era. “Me quedé en las nubes”, explica Guigon.
NICKI DE MORGOLI. BIBLIOTHÈQ­UE EMMANUEL BOUSSARD, PARÍS. © ÓSCAR DOMÍNGUEZ, VEGAP, BARCELONA, 2020 © SUCESIÓN PABLO PICASSO, VEGAP, MADRID, 2020 NICK DE MORGOLI: PABLO PICASSO CON EL OBJETO SURREALIST­A ‘JAMAIS’ DE ÓSCAR DÓMINGUEZ, PARÍS 1947 Tras localizar el objeto en las fotografía­s de Morgoli, Guigon se puso en contacto con la familia Picasso; Catherine Hutin avisó entonces al director del museo barcelonés de que había encontrado en un almacén un objeto que era tal vez el que andaba buscando. Así era. “Me quedé en las nubes”, explica Guigon.
 ?? GAMMA KEYSTONE/GETTY © ÓSCAR DOMÍNGUEZ, VEGAP, BARCELONA, 2020 ?? HÉLÈNE VANEL EJECUTANDO SU ‘DANZA ALREDEDOR DEL BRASERO’
La danza tiene lugar en un decorado muy surrealist­a, ‘El cielo está lleno de sacos de carbón’, en la exposición surrealist­a recién inaugurada en París, en el Faubourg Saint Honoré, el 18 de enero de 1938. Hélène Vanel, calificada como L’iris des Brumes en el ‘Dictionair­e abrégé du surrealism­e’, nació en Francia en 1898, pero descubrió su vocación durante una estancia de dos años en Cambridge como ‘au pair’. Su serie de tres danzas en la exposición, semidesnud­a, fascinó y horrorizó al público.
GAMMA KEYSTONE/GETTY © ÓSCAR DOMÍNGUEZ, VEGAP, BARCELONA, 2020 HÉLÈNE VANEL EJECUTANDO SU ‘DANZA ALREDEDOR DEL BRASERO’ La danza tiene lugar en un decorado muy surrealist­a, ‘El cielo está lleno de sacos de carbón’, en la exposición surrealist­a recién inaugurada en París, en el Faubourg Saint Honoré, el 18 de enero de 1938. Hélène Vanel, calificada como L’iris des Brumes en el ‘Dictionair­e abrégé du surrealism­e’, nació en Francia en 1898, pero descubrió su vocación durante una estancia de dos años en Cambridge como ‘au pair’. Su serie de tres danzas en la exposición, semidesnud­a, fascinó y horrorizó al público.
 ?? ARCHIVO FOTOGRÁFIC­O NACIONAL, CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA © ÓSCAR DOMÍNGUEZ, VEGAP, BARCELONA, 2020 ?? GEORG REISNER. SÍN TÍTULO, 1938 El gramófono de Óscar Domínguez ocupó un lugar destacado en la exposición des Beaux-arts, junto a una gran cama y no lejos del cuadro de Paalen ‘Paysage totémique de mon infance’, cerca del brasero y del estanque, en el centro de la exposición. Como el plato gira continuame­nte, se asocia con los sonidos y los gritos que emite otro gramófono escondido en un rincón
ARCHIVO FOTOGRÁFIC­O NACIONAL, CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA © ÓSCAR DOMÍNGUEZ, VEGAP, BARCELONA, 2020 GEORG REISNER. SÍN TÍTULO, 1938 El gramófono de Óscar Domínguez ocupó un lugar destacado en la exposición des Beaux-arts, junto a una gran cama y no lejos del cuadro de Paalen ‘Paysage totémique de mon infance’, cerca del brasero y del estanque, en el centro de la exposición. Como el plato gira continuame­nte, se asocia con los sonidos y los gritos que emite otro gramófono escondido en un rincón
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