La Vanguardia

Pablo Iglesias se topa con el juez

El instructor García-castellón está pendiente de una serie de diligencia­s para decidir si actúa contra el líder de Podemos

- CARLOTA GUINDAL

El caso Villarejo intoxica todo lo que toca. La prueba viviente es el vicepresid­ente Pablo Iglesias. El líder de Podemos abanderó la lucha contra las “cloacas” del Estado que en gran parte afectaba a la corrupción policial. Ahora bien, el excomisari­o José Manuel Villarejo, encarcelad­o desde noviembre del 2017, era mucho más que eso. En la época de Jorge Fernández Díaz como titular de Interior, Villarejo desplegó tanto sus negocios privados como sus trabajos parapolici­ales. Se le relaciona con investigac­iones no judicializ­adas a Podemos, a dirigentes catalanes como Pujol o incluso al extesorero del PP Luis Bárcenas, cuando este se había convertido en el enemigo público número uno de Rajoy.

Iglesias dio la orden de que Podemos actuara como acusación popular contra Villarejo. Pero además, él mismo, como particular, acabó personado como perjudicad­o, en la conocida pieza Dina. Ahora la causa ha girado y de perjudicad­o ha pasado a ser, a ojos del juez, sospechoso.

EL ORIGEN El registro de Villarejo

La unidad de asuntos internos de la Policía halló durante el registro a los domicilios de Villarejo una copia de la tarjeta de memoria del teléfono móvil de una exasesora de Iglesias, Dina Bousselham, en su época como europarlam­entario. Un año antes, en verano del 2016, parte de su contenido había sido publicado en varios medios de comunicaci­ón. Previament­e, ella había denunciado el robo de su teléfono. Al aparecer su contenido en casa de Villarejo, el juez les ofreció personarse como perjudicad­os. Iglesias siempre pensó que la publicació­n de chats con comentario­s suyos guardados en aquel teléfono tenía como objetivo dañarles a él y al partido para no llegar al gobierno.

DINA LEVANTA LA LIEBRE Pablo Iglesias tenía la tarjeta

El juez de la Audiencia Nacional Manuel García-castellón, encargado del caso, sospecha que fue Villarejo quien pudo entregar la informació­n a los periodista­s para su publicació­n. El excomisari­o aseguró que a él le dieron la copia dos periodista­s de la revista Interviú, adonde había llegado la tarjeta, aunque en aquel medio nunca se llegó a publicar. Después, Iglesias reconoció ante el juez que el presidente del grupo Zeta le entregó la tarjeta a principios del 2016. La guardó y no se la entregó a su dueña hasta que salieron las primeras informacio­nes con parte de su contenido publicadas. El giro del caso viene cuando el pasado 18 de mayo, el juez vuelve a citar a Bousselham, quien afirma que cuando Iglesias le entregó la tarjeta no funcionaba.

EL VIAJE DE LA TARJETA Estropeada o destruida

Desde ese momento, el magistrado sospecha que el líder de Podemos entregó a su exasesora la tarjeta destrozada. Esta sin embargo mantiene que únicamente estaba estropeada y no culpa a Iglesias. Bousselham envió su tarjeta a una empresa de recuperaci­ón de datos que no pudo hacer nada. El juez ha preguntado a la compañía, sita en Reino Unido, por qué no pudo recuperar el contenido. Quiere saber si fue destruida. A estas sospechas se añade un informe de la policía científica que asegura que la tarjeta de Dina estaba quemada cuando esta la entregó al juzgado. Fuentes jurídicas explican que la razón puede ser que la empresa debe quemar la cubierta de la tarjeta para intentar recuperar los datos. García-castellón aguarda la respuesta de la empresa, a través de la comisión rogatoria que ha remitido. Ahora bien, si las autoridade­s británicas tardan en responder, el instructor incluso estaría dispuesto a acudir hasta allí para obtener la informació­n lo antes posible, según mantienen fuentes de la investigac­ión.

ESCENARI0 JUDICIAL Al Supremo por tres delitos

Si el juez corrobora de manera indiciaria que Iglesias destruyó la tarjeta de su exasesora antes de entregárse­la cuando además ya había una denuncia interpuest­a, el actual vicepresid­ente podría enfrentars­e a hasta tres delitos por daños informátic­os, obstrucció­n a la justicia y apoderamie­nto de datos reservados. Lo primero que ha hecho el juez es, con el apoyo de la Fiscalía Anticorrup­ción, retirarle la condición de perjudicad­o en la causa. Sospecha que Iglesias pudo perjudicar la investigac­ión además de quedarse con un material que no era suyo. Si confirma estas sospechas, el magistrado deberá enviar la causa al Tribunal Supremo porque, como miembro del Gobierno, está aforado ante el Alto Tribunal, quien tendrá la última palabra. Iglesias tiene claro que lo que está ocurriendo es “una trama para sacar a Podemos del Gobierno”, un “nuevo intento de perjudicar” a su formación por parte de unas “cloacas” que todavía operan en España.

DILIGENCIA­S PENDIENTES Bousselham de nuevo

La Fiscalía cree que si la exasesora no se siente víctima de Iglesias por haber guardado durante varios meses su tarjeta, no se le puede perseguir penalmente. Sin embargo, el magistrado considera que el perdón de Dina sólo le valdría para evitar el delito de revelación de secretos, pero no los otros. No obstante, el juez tiene pendiente decidir si escucha de nuevo a la testigo. Además, está esperando un informe ampliatori­o de la policía científica para que aclare si fue dañada voluntaria­mente. Con esto y la respuesta de la empresa británica, el juez estará en disposició­n de decidir qué hacer con Iglesias y de paso si exonera a Villarejo por la filtración.

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DANI DUCH El vicepresid­ente Pablo Iglesias

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