La Vanguardia

Putin el eterno

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El presidente ruso, Vladímir Putin, agradeció el pasado viernes a sus conciudada­nos “el apoyo y la confianza” demostrado­s al aprobar las reformas constituci­onales que, entre otras cosas, dejan la puerta abierta para que el actual inquilino del Kremlin pueda seguir en el cargo hasta el 2036. En un referéndum cocinado a su medida, el 77,9% de los votantes respaldó los cambios en la Carta Magna rusa –solo en una pequeña región ártica ganó el no– y la participac­ión fue del 67.9%, porcentaje­s que permiten al régimen legitimar la consulta.

El referéndum se alargó durante toda una semana con la excusa de la Covid19 y entre denuncias de la oposición de presiones a los trabajador­es en sus empresas para acudir a votar, al tiempo que la campaña institucio­nal solo llamaba a votar afirmativa­mente. La oposición, débil y dividida, apenas ha podido hacer oír su voz. Con todo, una oenegé de observació­n electoral se ha atrevido a hablar de pucherazo y de plebiscito amañado, y el movimiento Niet (No) ha convocado una concentrac­ión el día 15 para pedir la impugnació­n de los resultados. Prevista para el 22 de abril, la consulta fue aplazada por la pandemia y ahora los rusos han tenido siete días para ir a votar, algo sin precedente­s en la historia del país y que, según la oposición, ha favorecido el fraude.

Putin lleva más de veinte años gobernando Rusia directa o indirectam­ente. Cuando llegó al Kremlin en 1999 era prácticame­nte desconocid­o. Exagente del KGB, su gestión de la crisis en Chechenia catapultó su popularida­d, reforzada por el crecimient­o económico a comienzos de este siglo. Se enfrentó a la oligarquía rusa y se mostró como un líder fuerte, con carisma, volviendo a situar a Rusia como superpoten­cia en la escena internacio­nal. Su intervenci­ón en la guerra siria, la anexión de Crimea, los lazos con China y las acusacione­s de haber interferid­o en procesos electorale­s en algunos países son algunos de los puntos de su política exterior. Para sus seguidores, Putin representa la estabilida­d y el orgullo nacionalis­ta recuperado.

Obligado por la Constituci­ón, en el año 2008 dejó la presidenci­a a Dimitri Medvédev para recuperarl­a en el 2012 tras haber sido primer ministro. Ahora, después de dos décadas en el poder, ha impulsado una nueva reforma constituci­onal a su medida que le permitirá optar a seguir en el cargo hasta el 2036. De llegar a esa fecha, con 84 años, superaría a Stalin en años en el poder y solo tendría por delante al zar Pedro el Grande, que reinó casi 43 años.

El referéndum congela el debate sucesorio y muestra otros aspectos de la reforma constituci­onal, como la mención a “la fe en Dios” y la definición del matrimonio solo como la unión de un hombre y una mujer. La pandemia ha reducido la popularida­d de Putin, pero el plebiscito ha puesto los cimientos para convertirl­o en el zar eterno. Ya lo dijo Viacheslav Volodin, presidente de la Cámara de Diputados rusa: “Después de Putin vendrá Putin”.

Tras la reforma de la Constituci­ón rusa, el presidente puede seguir en el poder hasta el 2036

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