El precedente de Igualada
La zona arrastra aún efectos económicos del cierre de hace cuatro meses
Auna semana de que se cumplan cuatro meses del inicio del confinamiento perimetral de cuatro municipios de la zona de Òdena, entre ellos su capital, Igualada, y aun con los deberes sobre su oportunidad y eficiencia por terminar, el Govern repite la operación, ahora en el Segrià. Ello reabre el debate sobre cuán efectiva fue la drástica medida.
El cierre a cal y canto de un territorio de 70.000 habitantes se produjo dos días antes de que el gobierno central decretara el estado de alarma. Entonces también fue la Generalitat quien, alertada per un brote de coronavirus muy virulento que afectó en gran medida el hospital de la comarca de Anoia, decidió aislar la zona.
Según datos del Departament de Salut, el 12 de marzo, cuando se confinó la zona de Òdena, había 58 casos de coronavirus confirmados, una persona fallecida y dos sospechosos de posible muerte por el virus. En el momento del desconfinamiento perimetral, el 6 de abril, los casos ascendían a 745 y 206 las muertes registradas; la mortalidad había pasado de 90 a 50 defunciones semanales, la tendencia era sostenible y propició la medida. El pico máximo de mortalidad se registró el 26 de marzo, con una tasa de 61.1 por cada 100.000 habitantes.
Con el desconfinamiento, Salut dejó de suministrar los datos específicos de la zona de Òdena y pasó a englobarlos en el conjunto de la comarca del Anoia. Así, desde el inicio de la pandemia hasta día de hoy la zona registra 1.647 casos y las defunciones suben a 511. La tasa de casos por cada 100.000 habitantes es de 142,79, y la tasa de mortalidad es la más alta con 45,75.
Con las cifras en la mano, los alcaldes sostienen que la decisión fue la acertada: la zona limpió bien el coronavirus y alcanzó Girona en la desescalada, adelantando incluso a Barcelona y Lleida. Pero en el territorio, en algunos sectores económicos que sufrieron y sufren el envite en primera línea de fuego, no todos subscriben a pies juntillas el doble confinamiento, entendiendo que con el estado de alarma la medida perimetral carecía de sentido y agravaba una crisis económica que aún no ha alcanzado su pico.
Por otro lado, la zona de Òdena aún arrastra la indefinición de la baja laboral no reconocida de los trabajadores de fuera de la zona que durante el confinamiento no pudieron acudir a sus puestos de trabajo. Sobre el agravio, a cambio de prolongar el estado de alarma, ERC pactó en su momento con el gobierno de Pedro Sánchez que les fuera reconocida la baja laboral. Pese a ese acuerdo, de momento no hay nada firme y trabajadores y empresarios claman al cielo buscando una solución que no llega.
Tras conocerse la noticia, el alcalde de Igualada, Marc Castells, animaba ayer vía Twitter a los segrianenses y les recordaba que “protegiéndoos individualmente, protegeréis al resto de ciudadanos”. Después de él, no pocos vecinos que sufrieron en su día el aislamiento, conscientes de lo vivido, también mandaron mensajes solidarios a los nuevos confinados.