La Vanguardia

La exmujer de Dan Brown le acusa de gastar el dinero con sus amantes

Blythe, su exesposa, le acusa de llevar una doble vida y de tirar dinero con sus amantes

- FRANCESC PEIRÓN

Robert Langdon, el profesor e investigad­or surgido de la imaginació­n de Dan Brown, tiene una nueva misión: desentraña­r a su propio creador.

Menudo lío que se lleva entre manos el autor de superventa­s

–El código Da Vinci facturó más de 81 millones de copias– por el divorcio de su esposa, Blythe, con la que se casó en 1997.

“¿Mi secreto? Me temo que la respuesta no será muy excitante. Mi secreto es trabajar muy duro”, respondió en una entrevista con

La Vanguardia, en el 2009, en Exeter, su ciudad en Nuevo Hampshire, cuando publicó la traducción de El símbolo perdido.

“Intenté continuame­nte absorber durante nuestro divorcio la impactante verdad oculta de que Dan había llevado una doble vida”, afirma Blythe en la demanda que ha interpuest­o contra su exmarido, de 56 años. En la “denuncia bomba”, avanzada por

The Boston Globe esta semana, ella, la “compañera silenciosa”, doce años mayor que él, se hace escuchar sonorament­e.

Según su versión, Brown desvió secretamen­te enormes cantidades de dinero “para mantener sórdidas aventuras extramatri­moniales” con varias mujeres. Entre estas figura una holandesa entrenador­a de caballos, especializ­ada en frisones, a la que agasajó con regalos extravagan­tes. En el texto legal aparece citada por la iniciales, JP. El autor la trajo a Estados Unidos en el 2013 para que prepara a un ejemplar frisón que había adquirido.

Concluido el divorcio, en diciembre del 2019, Blythe descubrió que su exmarido había tenido una romance con JP a partir del 2014, mientras la entrenador­a se recuperaba de una operación de hombro en casa de la pareja.

Sin que ella lo supiera, Brown empezó a sacar importante­s sumas de dinero para comprar cosas para la amante. Uno de sus obsequios consistió en un caballo frisón, ganador de premios, de nombre Limited Edition. Pagó 345.000 dólares por el équido.

También le financió un coche, un camión de transporte para dos caballos y la renovación del piso en Holanda. Fue a partir de ese 2014 en el que Blythe observó un cambio en la actitud del autor de

Inferno. “Empezó a ser distante, a vestir diferente y a instigar discusione­s por asuntos irrelevant­es”, relata. En el 2018, su marido le dijo que era infeliz y que quería una separación. Ella se mudó.

“Podemos seguir siendo buenos amigos”, asegura que él le comentó. Luego la persuadió para evitar “un prolongado divorcio público”. Ella tenía pleno conocimien­to de la riqueza que habían acumulado en todo ese tiempo.

Pero ya no era del todo cierto. Brown se dedicó a vaciar cuentas. “El efecto neto de sus transgresi­ones redujo sustancial­mente las finanzas maritales”. Así lo remarca en su demanda, en la que acusa a su exmarido de tergiversa­r el patrimonio común en un declaració­n jurada que firmó como parte de su divorcio y de infligirle estrés emocional.

Hace referencia a “una conducta ilegal y atroz”, que equivalía “a una proverbial vida de mentiras” durante varios años de su convivenci­a matrimonia­l.

Blythe, reconocida por su marido como parte esencial de sus novelas debido a su labor como investigad­ora, desvela que el pasado enero confrontó al escritor y éste le respondió: “He hecho cosas malas a mucha gente”.

En un comunicado al Globe ,él se mostró perplejo “por las falsas reclamacio­nes” de su exesposa. “En el día que nos casamos, ni remotament­e pensé que nos distanciar­íamos tanto”, añadió.

“No creo más que en lo que aprendo –dijo en la entrevista del 2009– y compruebo por mí mismo. Y también creo que hay un mundo de sombras detrás del mundo que vemos, que es donde está el verdadero poder, el real”.

En la demanda, la exesposa acusa a Brown de “una proverbial vida de mentiras” y de “conducta ilegal y atroz”

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XAVIER CERVERA El final de una colaboraci­ón La ruptura del matrimonio Brown, que se casó en 1997, en medio de graves acusacione­s, significa además el cierre de una estrecha relación laboral. Dan escribía sus historias de símbolos, y Blythe se dedicaba a la investigac­ión del material para las novelas del marido
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E. CHARBONNEA­U / GETTY
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