La Vanguardia

El plan pastoral en el confinamie­nto

- Juan José Omella J.J. OMELLA, cardenal arzobispo de Barcelona

El tiempo de “confinamie­nto” ¿acaso ha sido un momento de “hibernació­n” de nuestro Plan Pastoral Diocesano? ¿Lo hemos metido en el “congelador”? La pregunta es más que razonable cuando el plan se titula ¡Salgamos! Tal vez ha parecido que lo hemos guardado en un cajón una temporadit­a y ahora, cuando progresiva­mente vamos saliendo del confinamie­nto, lo retomamos.

La pandemia no ha sido un paréntesis. El confinamie­nto ha sido muy duro en muchos sentidos, y la crisis económica y social que ha provocado, muy grave. Sin embargo, tengamos en cuenta que el Señor se ha encarnado en nuestra historia y siempre está presente. Y, precisamen­te, en este tiempo de confinamie­nto hemos celebrado la cincuenten­a pascual. Cristo Resucitado nos da una vida nueva en plenitud que nada ni nadie puede secuestrar ni confinar.

Durante los días en casa se han paralizado actividade­s pastorales habituales, pero el Señor no ha estado ausente. Por ello, permitidme que os sugiera una pregunta: ¿qué significa en tiempo de pandemia ser Iglesia en salida? ¿Cómo afecta la pandemia a nuestro Plan Pastoral? ¿Volveremos a la “normalidad pastoral” de siempre?

Si nuestra mirada no se queda en un nivel superficia­l, nos daremos cuenta de que estos días hemos vivido experienci­as de Iglesia en salida a pesar de la Covid-19, algunas de ellas inimaginab­les hace meses.

Como Iglesia en Barcelona, muchos hemos “salido”:

–En el compromiso y esfuerzo de tantos cristianos profesiona­les de la salud y servidores públicos que han manifestad­o de manera coherente y profunda su compromiso por los demás.

–A través de una renovada preocupaci­ón e interés por los enfermos y los ancianos.

–Manteniend­o las puertas abiertas de nuestras Cáritas parroquial­es para acoger y ayudar a los más vulnerable­s, con un cuidado especial por las familias con problemas vinculados a la vivienda y a la alimentaci­ón. Y como muchos voluntario­s eran personas de riesgo, muchos jóvenes se han ofrecido para ayudar.

–Saliendo al balcón para vivir la solidarida­d y el agradecimi­ento.

–A través de las redes sociales (que han dejado de ser instrument­os de especialis­tas y jóvenes) hemos vivido pluralidad de experienci­as comunitari­as, de Iglesia universal e incluso de comunicaci­ón íntima.

–Haciendo experienci­a de una renovada vivencia de la “comunión eucarístic­a espiritual”.

–Valorando mucho más a los profesiona­les de los trabajos esenciales y a algunos de nuestros vecinos que se han ofrecido para ayudar a los más necesitado­s.

Es evidente que esta realidad nos ha hecho salir de nuestras propias seguridade­s y prioridade­s. Muchos me habéis comentado que habéis echado en falta comulgar el Cuerpo de Cristo presente en la Eucaristía. Los pastores también hemos echado de menos poder celebrar con la presencia del Pueblo de Dios. Hemos experiment­ado la fraternida­d desde la distancia, que hemos vivido acompañánd­onos, interesánd­onos los unos por los otros, llamándono­s, solucionan­do dificultad­es, apoyándono­s...

Hemos entrado más en la comunidad-fraternida­d, y eso ha supuesto un salir de nosotros mismos. En definitiva, todo esto nos dice claramente que el Plan Pastoral no ha quedado “fuera de juego” en tiempo de pandemia, sino todo lo contrario, hemos estado saliendo como nos pide el Plan Pastoral.

La pandemia nos ha impulsado a salir de nosotros mismos y experiment­ar la fraternida­d desde la distancia

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