La Vanguardia

Es una vergüenza

- Susana Quadrado

Oigo por la radio la queja de un joven que dice llamarse Gabriel, no da más señas. En tres minutos de conversaci­ón, frenética, repite la palabra vergüenza cinco veces. Se le nota cabreado. Vergüenza, vergüenza, vergüenza, vergüenza, vergüenza.

Sigo con estupor su relato, trágico: ha mandado catorce e-mails sin respuesta, ha llamado cientos de veces a un número que no da ni señal y se ha quedado sin opción de realizar su trámite por internet. Explica que en un par de las llamadas que hizo saltó el contestado­r, pero una voz metálica le volvió a dar en todo el morro tras someterle a media hora de tortura. Marque 1 si quiere..., marque 2 si desea realizar..., marque 3 si... Al 7, por fin:

–Espere un momento y le atenderá uno de nuestros operadores.

Hilo musical. La misma pieza, en bucle. –En estos momentos, nuestros operadores están ocupados. Inténtelo más tarde.

Silencio. Poco estamos contando que el Inem lleva meses cerrado. Hay miles de personas que se han ido al paro desde marzo y no han podido tramitar su prestación online. Pues ahora les dan cita para septiembre. Es el caso de Gabriel, y de unos cuántos más. Una se pregunta cómo puede vivir alguien de marzo a octubre sin pensión y sin ahorros. Vergüenza.

Si este país fuera una marca, tendría que haber cerrado ya. Suele decirse que una empresa empieza a irse al garete cuando se desentiend­e del servicio de atención al cliente. Alfombra roja cuando te compras un coche, pero una vez sales con él de la tienda, allá te las compongas. Te camela tu agencia de viajes, tu compañía aérea, la telefónica, tu banco. A saber, la lista es interminab­le. No hay dónde depositar las quejas, ni quién te arregle la dentadura que te han roto con un manotazo a cartera abierta. Una política de tierra quemada, una estrategia de chorizos, hablemos claro. Con paciencia y un milagro, quizá un operador al otro lado del hilo te cogerá el teléfono pero, mire, yo soy un mandado, es todo lo que puedo hacer por usted.

El caso es que esa forma de maltrato tan propio de la privada se ha trasladado a lo público, al Sepe/inem, a la Seguridad Social, al 061, más cuando no hay elecciones a la vista. A quién le importan las circunstan­cias personales de nadie, que espere. España, Catalunya, mi ciudad, su pueblo devienen en centralita­s colapsadas. Nunca como ahora con el virus y la crisis ha habido tantos contestado­res dando la cara que ocultan a los que mandan.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain