“El mundo se paró y volví a hacer chocolate”
De la noche a la mañana tuvo que cerrar cuatro restaurantes, tres en Barcelona y uno en Tokio, y suspender la inauguración del quinto en Empuriabrava, que abría la misma semana que se decretó el estado de alarma. Tras quince días de locos gestionando cierres y ERTE, Joan, el mediano de los hijos de Antoni Escribà y Joseline Tholoniat, se pasó diez días bebiendo champán tratando de entender en qué clase de película de ficción le habían metido. “Imagino que fue una huida a lo grande, porque era incapaz de asumir que el mundo se había parado de repente”. La que debía ser la última joya de la familia, el Xiringuito Escribà de Empuriabrava, ya tenía listas para servir las 350 lechugas cultivadas en el huerto ecológico montado en la azotea del local. Mariana Silveira, su compañera en la vida y en los negocios, hizo regresar a Joan a la tierra y reabrieron La Picantería del Poblenou con comida a domicilio. Durante los cierres y asumiendo un agujero de 150.000 euros del que les costará recuperarse, Joan rescató las viejas recetas de chocolate que aprendió de su padre, el artista del cacao Antoni Escribà. Primero hizo bombones para la familia y acaba de convencer a su madre para que lidere el proyecto de una pequeña fábrica de chocolates en el primer piso del restaurante de la Costa Brava. El local abrió sin fiesta de inauguración el 19 de junio. A las lechugas ni les ha dado tiempo de crecer, pero las paellas estrellas de la casa siempre están a punto. /