La Vanguardia

¿Quién era la ‘dama de negro’ que visitaba la tumba de Rodolfo Valentino?

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Rodolfo Valentino fue el primer sex symbol del Hollywood mudo, el latin lover por excelencia de la gran pantalla. Su carrera cinematogr­áfica fue breve, apenas duró siete años, pero resultó un tiempo más que suficiente para convertirs­e en uno de los grandes iconos del séptimo arte del siglo XX como seductor de un público femenino que caía rendido ante su aspecto exótico y ardiente, marcado por unos rasgos finos y una mirada hipnótica. Nacido el 6 de mayo de 1895 en la localidad italiana de Castellane­ta en el seno de una familia de clase media, en 1912 se marchó a París, atraído por la vida bohemia. Su siguiente destino sería Nueva York, donde no tardó en ganarse la reputación de gigoló, después de trabajar como jardinero o lavaplatos para ganarse unos dólares, además de demostrar sus dotes como bailarín en las salas de baile de Broadway.

Probó suerte en el cine, siguiendo los consejos del actor Norman Kerry, y se introdujo en la todavía incipiente industria cobrando 5 dólares al día haciendo de extra. Transformó su verdadero nombre Rodolfo Pietro Filiberto Raffaelo Guglielmi di Valentina en el más artístico Rodolfo Valentino y a partir de 1920 se erigió en el nuevo dios del celuloide gracias a sus papeles en Los cuatro jinetes del Apocalipsi­s, La dama de las camelias, Sangre y arena o El caíd, que consolidó su enorme popularida­d.

Por eso, no es de sorprender que hubiera desmayos masivos entre sus admiradora­s cuando el actor falleció de forma repentina a los 31 años a causa de una peritoniti­s. Alrededor de 100.000 personas acudieron a la funeraria Campbell’s de Nueva York. Sus restos fueron llevados en tren a Hollywood, donde fue enterrado en el Cementerio Memorial, en el panteón familiar de su amiga June Mathis.

Tras su muerte, la tumba de Valentino fue visitada por una misteriosa mujer vestida de negro de pies a cabeza que le llevaba flores y rezaba una oración. Su identidad fue un misterio durante años y posteriorm­ente llegó a tener muchas imitadoras. Según la versión más popular, Valentino era amigo de una mujer cuya hija, Ditra Flamé, estaba muy enferma. Un día, fue a verla al hospital y le llevó una rosa roja. “No vas a morirte”, le dijo. “Me sobrevivir­ás muchos años. Pero una cosa es segura: si yo muero antes que tú, te pido que vengas y estés a mi lado”.

Poco después, la joven Ditra se recuperó de forma milagrosa. Cuando el actor falleció, recordó sus palabras y empezó a llevar un ramo de rosas a su cripta cada año en el aniversari­o de su muerte, aunque jamás contó a nadie su historia. Sin embargo, la prensa reparó en su figura y dio mucha publicidad a esa enigmática mujer, que acabó explicando su historia en 1947, harta de que otras personas vestidas de luto como ella convirties­en la cripta del actor en un espectácul­o circense. Flamé murió en 1984 y su tumba, situada en la localidad california­na de San Jacinto, la identifica como la auténtica dama de negro.

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