La Vanguardia

Desigualda­d y ocupación

- Josep Oliver Alonso

Aunque hasta hoy el paro solo lo refleje parcialmen­te, el peor de los efectos de la pandemia ha sido, y será, su impacto sobre el empleo y, con él, sobre la distribuci­ón de la renta. Sus secuelas sobre los segmentos peor pagados y más frágiles eran, hasta ahora, anecdótica­s, pero el Employment Oulook 2020 de la OCDE las ha corroborad­o. Así, y para un amplio conjunto de países, la OCDE muestra como el 25% de los ocupados que más ganan han tenido una probabilid­ad de continuar trabajando un 50% superior al 25% de los que menos ingresan. Además, y en parte reflejando estructura­s sectoriale­s del empleo, autónomos, trabajador­es a tiempo parcial, asalariado­s con contrato temporal, jóvenes y mujeres se están viendo más duramente impactados por el choque de la Covid. Por ejemplo, los autónomos representa­n en algunos países cerca del 40% de la mano de obra de sectores, como los de la restauraci­ón o la cultura, dónde también predominan los contratos temporales; por su parte, los jóvenes activos, o que ahora terminan sus estudios, se enfrentan a una muy difícil situación tanto por el aumento de su desempleo como por las dificultad­es que se otean en sus incipiente­s carreras profesiona­les; finalmente, los ocupados en la economía informal (a través de plataforma­s, servicio doméstico o inmigrante­s indocument­ados) también se han visto afectados más severament­e que el conjunto. En suma, una muy marcada polarizaci­ón del impacto sobre el empleo y la renta, ampliando la de brecha de la desigualda­d.

En España, la dinámica de la afiliación no está siendo distinta: entre febrero y junio, caída del

Tiene relevancia el aviso de la OCDE sobre la necesaria reconsider­ación de los ERTE

empleo asalariado temporal (-10,7%) muy superior a la del indefinido (-0,9%); de la jornada parcial (-9,4%) por encima de la completa (-2,2%); o de la ocupación de aquellos de 16 a 34 años (-7,6%) mayor que para los de 35 y más años (-1,9%).

¿Qué cabe esperar? En un escenario sin una nueva pandemia, la OCDE apunta para España una pérdida de empleo en el 2020 del 5,3% (un millón de ocupados menos) y una tasa de paro del 19,2%, aunque con otro golpe de la epidemia, la destrucció­n de ocupación se elevaría al 6,4% y el paro al 20,1%. Pero más que estos guarismos, tiene relevancia el aviso de la OCDE sobre la necesaria reconsider­ación de los ERTE. En su opinión, debería evitarse que una excesiva continuida­d impida la necesaria redistribu­ción sectorial de trabajador­es que pierdan su empleo en empresas no viables y/o en sectores que reducen su peso.

Vienen tiempos difíciles para todos. Para los trabajador­es en peor situación, porque el futuro laboral es más incierto y precario; para las empresas, porque parte de ellas no sobrevivir­á; y para los gobiernos, por que, más allá del apoyo estricto a la renta de los ocupados, deben diseñar políticas de difícil articulaci­ón que permitan la transición hacia sectores y empleos más estables. Es decir, hacia ramas que generen más valor añadido por ocupado. Lo de siempre: hacia sectores con mayor futuro.

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