La Vanguardia

Dos Balones de Oro sin brillo

Luces y sombras del Mundial Messi (y Maradona), Cristiano Ronaldo, Francia, Italia y Brasil, la cruz de una fase final fantástica para Holanda, Alemania y Uruguay

- Sergi Solé

Leo Messi y Cristiano Ronaldo. África recibió a los dos últimos ganadores del Balón de Oro en su primera fase final como reyes del fútbol planetario, pero ambos salieron por la puerta trasera de un Mundial que casi coronó a la menos Holanda de siempre. Para intentar doblegar a España en octavos, la Portugal de Carlos Queiroz se inspiró en el Inter de José Mourinho, verdugo del Barça dos meses antes en la Champions, y pagó cara su racanería en octavos, para tormento de un Cristiano de muy mal perder. Acabó escupiendo a la cámara y cerró en blanco su primer curso en el Madrid.

En su primer Mundial de titular, a Messi le penalizó tener a Maradona en el banquillo. Clasificad­a por los pelos en la última fecha ganando en Uruguay, el destino volvió a cruzar a Diego con Alemania en un Mundial. Victorioso en México’86 y derrotado en Italia’90, Joachim Löw demostró muchas más dotes técnicas que el Pelusa. Aquel 4-0 en cuartos desnudó el desequilib­rio albicelest­e con Messi casi jugando a la par que Mascherano en la medular para nutrir a cuatro por delante: Di María, Maxi, Higuaín y Tévez. Misión imposible. Messi lloró, Maradona se le acercó, pero algo sigue roto desde entonces entre un 10 y otro.

No fueron Leo y Cristiano las únicas sombras del Mundial, con ilustres como la vigente campeona Italia, la subcampeon­a Francia, Brasil e incluso Inglaterra. El batacazo azzurro, con Marcello Lippi en el banco como en el 2006, pero sin los descartado­s Totti, Del Piero, Cassano y Toni, fue de época. Colista de su grupo, empató con Paraguay y Nueva Zelanda y cayó ante Eslovaquia.

Motín de los ‘bleus’

Eso sí, Italia se despidió con menos ruido que Francia, que ya selló el billete de propina con una escandalos­a mano de Henry en la repesca contra Irlanda que no evitó que la FIFA eligiera al sueco Martin Hansson (cinco partidos como cuarto árbitro) para la fase final. Solo un punto sumaron los bleus en el estreno ante Uruguay para perder luego contra México (0-2) y Sudáfrica (1-2) en pleno motín contra Raymond Domenech. En el descanso ante los aztecas, Nicolas Anelka insultó al selecciona­dor llamándole “sucio” y acordándos­e de su madre. Fue expulsado por la Federación, pero Patrice Evra se las tuvo con el preparador físico antes de negarse el equipo a entrenar. Domenech leyó incluso la carta del equipo defendiend­o a Anelka.

Sin tantos incendios, pero con no menos secuelas, Brasil fue la viva imagen de otra decepción con el KO en cuartos frente a Holanda. Sin magia, el entonces madridista Kaká como único referente y un ataque menor (Robinho, Luis Fabiano, Nilmar y Grafite), al ejército de Dunga no le bastó con su gran muralla (Julio César, Alves, Maicon, Thiago Silva, Lúcio, Juan, Bastos) cuatro años antes del ridículo en la semifinal de su Mundial ante Alemania (1-7). Los germanos recogieron en el 2014 los frutos sembrados años atrás con una generación de futbolista­s que tuvieron el mal fario de cruzarse con la mejor España de la historia en la final de la Euro 2008 y la semifinal del Mundial 2010. Los Lahm, Schweinste­iger, Khedira, Kroos, Özil, Müller (mejor joven en el 2010) y el eterno Klose dejaron huella en el país de Mandela con su juego de toque. Alemania aniquiló a Inglaterra (4-1) en cuartos, si bien con 2-1 no se concedió un gol fantasma de Lampard. Con el árbitro uruguayo Jorge Larriona, el balón botó medio metro dentro en el último Mundial sin ojo de halcón. Inglaterra, favorecida en 1966 en la final ante los teutones con el chut de Geoff Hurst y el bote sobre la línea en Wembley, tuvo excusa en el enésimo desengaño pese a contar con Fabio Capello en el banquillo y también con Rooney, Gerrard o Terry en el césped.

A España y Alemania se le sumaron otras para el grato recuerdo. No por su juego sino por su efectivida­d, la Holanda de Bert van Maarwijk se aferró al talento de Robben, Sneijder (ganador del triplete con el Inter), Kuyt y Van Persie y un doble pivote que habló por sí solo de su talante: De Jong-van Bommel. Ambos repartiero­n estopa a mansalva en la final y, para suerte de España y del fútbol, se cumplió la profecía del pitoniso pulpo Paul, que abrazó con sus tentáculos la bandera española en la víspera.

Forlán, mejor jugador del torneo

También Uruguay brilló. Tercera por delante de Alemania (2-1), cayó ante Holanda en una gran semifinal sacando partido de una generación con Forlán ya maduro (31) y flamante campeón de la Europa League con el Atlético. Igualó como pichichi con Müller, Villa y Sneijder a 5 goles y fue Balón de Oro superando a estos dos últimos en la votación. Su volea picando el extraño balón Jabulani en la final de consolació­n fue elegida mejor gol. Los aún jóvenes Luis Suárez, Cavani y Godín se aliaron con él soñando con el tercer título mundial 60 años después del maracanazo.

Y en cuanto al orgullo africano, fue Ghana quien lo representó al máximo rozando la semifinal. Los penaltis ante los charrúas privaron del triunfo a Essien, Appiah, Gyan y compañía.

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GETTY IMAGES EUROPE Forlán fue declarado mejor jugador de un Mundial en el que Messi saboreó la decepción, con Maradona
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