La Vanguardia

Jair Bolsonaro

Presidente de Brasil

- ANDY ROBINSON

Los vínculos de la familia Bolsonaro con las milicias de ultraderec­ha pueden costarle ahora muy caros al presidente, sobre todo porque el crimen de la diputada Marielle Franco en Río de Janeiro puede salpicarle.

Era la perfecta coartada para un miliciano de la zona oeste de Río de Janeiro. Los hermanos Leandro y Leonardo Gouvêa da Silva –apodados Tonhao y Mad–, cabecillas del grupo paramilita­r Escritorio del Crimen, fueron detenidos la semana pasada en relación con el asesinato hace 27 meses de la concejal Marielle Franco.

A la policía confesaron, sin embargo, que no fueron ellos los sicarios que acribillar­on el coche de la activista afrobrasil­eña, defensora de los derechos civiles en las favelas, aquella noche de marzo del 2018 porque estaban cometiendo otro asesinato en un restaurant­e de Barra da Tijuca, el ostentoso barrio playero en la zona oeste, donde se celebraron los Juegos Olímpicos del 2016.

Así es la apretada agenda de los asesinos a sueldo en Río, muchos de ellos expolicías y bomberos integrados en grupos paramilita­res vinculados a la ultraderec­ha.

El asesinato de Franco sigue sin esclarecer­se. Pero las investigac­iones sobre las íntimas relaciones entre las milicias y la familia Bolsonaro empiezan a ser muy peligrosas para el polémico presidente ultraconse­rvador.

El año pasado fueron detenidos otros dos miembros del Escritorio del Crimen, Élcio Vieira y Ronnie Lessa, acusados de ser los asesinos de Franco junto a un ex bombero detenido el mes pasado, que presuntame­nte hizo desaparece­r las armas. Pero aún no se ha juzgado a nadie.

La investigac­ión sobre la autoría intelectua­l del crimen se complica cada vez más. La coartada de Mad protege al principal sospechoso, Domingos Brazao, el corrupto consejero del Tribunal de Cuentas del estado de Río. La policía pensaba que le había encargado el asesinato a Mad.

La Fiscalía afirma que el Escritorio del Crimen es una “organizaci­ón criminal diseñada para la realizació­n de homicidios mediante pago”. Tiene una gran influencia política –ha sobornado a diputados y concejales– y no hay duda sobre su papel en la muerte de la concejal de izquierdas.

Todo el mundo sabe que la familia Bolsonaro ha mantenido estrechas relaciones con el Escritorio del Crimen desde hace décadas. Lessa vivía en la misma urbanizaci­ón de Barra da Tijuca que el presidente Jair Bolsonaro y su hijo Carlos. La hija de Lessa fue novia de un hijo de Bolsonaro. Carlos y su hermano mayor Flavio empezaron sus carreras en el turbio mundo de la política local carioca. “Bolsonaro elogiaba a los escuadrone­s de la muerte y las milicias; Flávio quiso legalizarl­as”, afirma Robert Muggah, experto en seguridad del instituto Igarapé en Río. “Ahora todo esto les va a pasar factura”.

Mad asumió la dirección del Escritorio del Crimen después de la muerte, el pasado mes de febrero, de Adriano da Nóbrega. Este expolicía llevaba seis meses huido. Cayó en una redada policial en el estado de Bahía. Su abogado dice que lo mataron para silenciarl­o.

Da Nóbrega llevaba trece teléfonos móviles y siete chips que ahora estan en manos de la policía de Río y se espera que arrojen más luz sobre el caso.

Da Nóbrega era clave para conocer las relaciones entre las milicias y las autoridade­s de Río, concretame­nte en un caso de corrupción que involucra a Flávio Bolsonaro. Dos miembros de la familia Da Nóbrega fueron empleados de Flávio entre el 2003 y el 2018, cuando era diputado del estado de Río. Es probable que ayudaran a desviar fondos públicos con el método de la rachadinha: se contrata a funcionari­os fantasma y se destina parte de sus salarios a otras actividade­s.

Fabrício Queiroz, exjefe de gabinete de Flávio Bolsonaro y muy amigo del presidente, fue detenido el mes pasado después de un año en busca y captura. Es otro expolicía vinculado al Escritorio del Crimen. Su testimonio puede ser otra bomba. La policía sospecha que canalizaba dinero de la rachadinha de Flávio Bolsonaro hacia la construcci­ón ilegal de inmuebles en el feudo del Escritorio del Crimen, la favela de Rio das Pedras, junto a Barra da Tijuca. Flávio y su mujer han testificad­o

El crimen de Marielle Franco se acerca cada vez más al entorno familiar del presidente brasileño

esta semana ante el Tribunal Supremo Federal. “Será muy difícil que Flávio se salga de esto porque las pruebas son muy robustas”, afirma Marcelo Freixo, abogado y candidato a gobernador del mismo grupo político que Marielle Franco, el Partido de Socialismo y Libertad (PSOL).

Quien puede aclararlo todo, incluida la autoría intelectua­l del crimen de Franco, es el abogado Frederick Wassef. Representó a los Bolsonaro, a Queiroz y a Da Nóbrega. Llegó a esconder a Queiroz en su casa de Sao Paulo. “Voy a reventarlo todo en directo, en la televisión nacional”, dijo Wassef el pasado día 5. “Tengo pruebas. Unos poderosos políticos de Río mandaron asesinar a Adriano (da Nóbrega).”

Dentro de poco, la noticia de que de Jair Bolsonaro se ha contagiado de la Covid-19 puede verse eclipsada por otras mucho más virulentas.

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MÍDIA NINJA/PSOL Marielle Franco, en una marcha feminista en Río, poco antes de ser asesinada por la ultraderec­ha

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