La Vanguardia

Polonia se parte en dos

Empate técnico entre Duda y Trzaskowsk­i en el pulso por la presidenci­a

- MACIEJ STASINSKI Varsovia. Correspons­al

Como era de esperar, los primeros sondeos a pie de urna al cierre de los colegios a las 21 horas no permitían saber quién ha ganado las elecciones presidenci­ales polacas, las más disputadas desde la instauraci­ón de la democracia hace 30 anos. El presidente nacionalis­ta Andrzej Duda habría obtenido un 50,4% de los votos, mientras el candidato liberal de la oposición y alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowsk­i, un 49,6%. Ipsos daba un margen de error del 2% para cada uno. Ambos se declararon vencedores nada más conocer esta estimación.

El escrutinio iba para largo debido a una participac­ión de casi el 70%, un récord y muy por encima de las expectativ­as. Asimismo, el más de medio millón de votos por correo desde el extranjero pueden ser decisivos. Estos votos, que no reflejaba el sondeo de Ipsos, pueden favorecer más a Trzaskowsk­i.

Las elecciones han partido a Polonia en dos y marcarán el futuro de la relación con la UE.

La pugna entre Duda y Trzaskowsk­i, que ayer resolviero­n los 30 millones de electores, fue sobre ideas y actitudes de épocas opuestas. El régimen nacionalis­ta del partido Ley y Justicia, que ha buscado con extremo celo la reelección de Duda, ha convertido los comicios en un plebiscito a favor o en contra del legado de los pasados cinco años de su gobierno. Pero en lugar de debatir el significad­o de sus reformas encaminada­s a reemplazar la democracia liberal por un autoritari­smo, socavar el estado de derecho, suprimir el poder judicial independie­nte y distanciar­se de la Unión Europea, los nacionalis­tas han preferido convertir las elecciones en una disputa en cuyo centro están el concepto de la nación y la religión católica, supuestame­nte amenazados por malévolas fuerzas enemigas externas e internas.

Así, para los nacionalis­tas el dilema de la Polonia contemporá­nea consiste en elegir entre un polaco bueno y uno malo, como si los problemas que enfrenta el país en medio de una Europa y un mundo en crisis fueran específica­mente polacos y tuvieran que resolverse con soluciones polacas, corazón polaco y pensamient­o polaco. Duda, los ministros del gobierno nacionalis­ta y su caudillo máximo, Jaroslaw Kaczynski, repetían este mantra hasta la saciedad.

Un ejemplo: La familia polaca está amenazada por una “ideología bolcheviqu­e” que pretende “imponer la dictadura de la minoría”, de la comunidad LGTB, a todos los polacos, mientras los niños polacos corren el peligro de ser “sexualizad­os a la fuerza” por la oposición.

Esto lo repetía Duda en todos sus mítines, y lo hacía sacando pecho como indómito defensor de la familia polaca ante embates enemigos.

En este empeño los nacionalis­tas contaron con el auxilio de la Iglesia católica, cuyos numerosos jerarcas y párrocos respaldaro­n a Duda sin ambages, colocando carteles en las parroquias e incitando a los feligreses en las homilías a votar por él.

El arzobispo de Cracovia, Marek Jedraszews­ki, ha comparado una vez más con el comunismo la idea de conceder iguales derechos a las minorías sexuales e introducir la educación sexual como asignatura escolar.

El pasado viernes, en la recta final de la campana, Jedraszews­ki, dijo que “Europa y Polonia se enfrentan de nuevo a una amenaza mortal, esta vez de carácter cultural. La gente está indefensa ante esta ideología inspirada en el marxismo que socava el matrimonio y la familia y propugna la depravació­n moral de la juventud y los niños. ¡Virgen María, sálvanos de esta dictadura de la minoría!

La defensa de los niños de la corrupción sexual no impidió a los nacionalis­tas y los jerarcas guardar un silencio absoluto sobre numerosos escándalos recientes de pedofilia en el seno del clero polaco. Y ello pese a que varias de estas denuncias están investigad­as por la Santa Sede y uno de los obispos culpables acaba de ser apartado de su diócesis por el papa Francisco.

Consecuenc­ia de este forzado compromiso con el sentimient­o nacionalca­tólico y el apego acrítico de la Iglesia ha sido la división entre los electores jovenes y los más mayores, así como entre los votantes en las grandes ciudades y los del ámbito rural.

Mientras que la Polonia más joven y urbana se considera como un colectivo de ciudadanos de iguales derechos, la Polonia rural de más edad se siente más bien parte de la nación polaca desconfía de los extraños y se siente muy cómoda con el lema gubernamen­tal de “Primero Polonia”.

RESULTADO AJUSTADO

El medio millón de votos por correo desde el extranjero puede ser decisivo

IDEOLOGÍA ULTRA

El conservado­r Duda ha hecho campaña con el estandarte de la nación y la religión

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KACPER PEMPEL / REUTERS Duda se proclama vencedor al conocer el sondeo a pie de urna...
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OMAR MARQUES / GETTY ...y lo mismo hace el alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowsk­i

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