La Vanguardia

Rusia quiere a Roosevelt

Un mecenas ruso pugna por las estatuas que EE.UU. liquida

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

Los jerarcas soviéticos cayeron del pedestal al final de la URSS. Se tiraron estatuas como nadie lo había hecho antes. Treinta años después, sin embargo, en Rusia no se derriban monumentos, sino que se levantan. Y, si es posible, se recuperan. Eso es lo que quiere hacer el millonario y filántropo Andréi Filátov, traer a Rusia la estatua ecuestre del presidente Roosevelt frente al Museo de Historia Natural en Nueva York, y que va a ser retirada gracias a la conciencia­ción que ha creado el movimiento Black Lives Matter.

Filátov quiere comprar la estatura a través de su fundación Art Russe. También desearía tener la de Alexánder Baránov, el primer gobernador de Alaska, la América rusa, entre 1790 y 1818. Se encuentra en la ciudad de Sitka, y ahora también es visto como racista y colonialis­ta.

Baránov fue empresario y administra­dor de las posesiones rusas en América. Abrió rutas comerciale­s con China y con el continente americano.

Roosevelt, por su parte, medió en las conversaci­ones de paz tras la guerra entre Rusia y Japón de 1905, la primera de la época contemporá­nea en la que una potencia europea caía derrotada. El tratado de paz se firmó en Portsmouth (Nuevo Hampshire). Entre otras concesione­s, Rusia perdió la mitad meridional de la isla de Sajalín, pero el resultado final no fue tan humillante como se esperaba para el imperio ruso. Roosevelt negoció el acuerdo y le valió el Nobel de la Paz de 1906.

La fundación Art Russe se creó en el 2012 para “recopilar y populariza­r” el patrimonio cultural ruso, así como el arte ruso que salió durante la época comunista. Los contactos con los ayuntamien­tos de Nueva York y Sitka cuadran con este cometido,.

Baránov fundó Sitka en 1799. Hasta 1867, cuando el imperio ruso vendió Alaska a EE.UU., se llamaba Novo-arjánguels­k y era la capital de las posesiones rusas en América del Norte. Sitka se encuentra en la isla de Baránov. Forma parte del archipiéla­go Alexander, que recuerda al zar Alejandro II, bajo cuyo mandato se procedió a la venta de Alaska.

Filátov aún no ha recibido respuesta de Nueva York. Desde Sitka le han dicho que el futuro de la estatua de Baránov no está decidido. Tampoco se ha hablado de dinero. Filátov correría con los gastos del traslado.

En la Rusia de hoy, a diferencia de lo que sucedía hace 30 años, se levantan monumentos. En esa tendencia entran personajes de la historia lejana, como el príncipe medieval Vladímir el Grande, a quien se levantó una estatua frente al Kremlin, en Moscú, en el 2016; o el zar Iván el Terrible, homenajead­o con una polémica escultura ecuestre en el 2015 en la ciudad de Oriol. Y también hay homenajes para el creador del AK-47, Mijaíl Kaláshniko­v, honrado en el 2017 con una escultura de bronce en Moscú.

Querer traer monumentos de fuera tampoco es nuevo. El ministerio de Defensa de Rusia propuso en abril al gobierno de la República Checa que le envíe la estatua del mariscal soviético Iván Kónev, cuya retirada del centro de Praga ha provocado no pocas tensiones entre ambos países.

Aunque aún es muy pronto para vender la piel de oso, Filátov cree que la estatua de Roosevelt podría ir a San Petersburg­o, y también la de Baránov, dentro del del Museo del Ártico.

 ?? SPENCER PLATT / AFP ?? Roosevelt en Nueva York, una imagen que hoy ya no encaja
SPENCER PLATT / AFP Roosevelt en Nueva York, una imagen que hoy ya no encaja

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain