La Vanguardia

Éxito en Galicia, quizá primarias en España

- Fernando Ónega

Un influyente alcalde del Partido Popular de Galicia me hacía recienteme­nte esta confesión: “Estoy más cerca del BNG (Bloque Nacionalis­ta Galego) que del PP de Casado”. Esto explica en parte lo ocurrido en Galicia: el PP de esa comunidad, que allí es más un movimiento de amplia base social que un partido, ha ocupado una parte del terreno ideológico del nacionalis­mo. Para ser más exactos, ha ocupado una parte del terreno del galleguism­o, porque el nacionalis­mo lo vuelve a representa­r el BNG, que encontró una gran candidata, Ana Pontón, vencedora moral, que sobrepasa al PSDEG y se convierte en alternativ­a. Las demás fuerzas políticas en contienda les dieron facilidade­s. La marca regional de Podemos, gran perdedora, pasó los últimos tiempos en guerras fratricida­s que fueron castigadas por el electorado. El Partido Socialista cambió de líder en cada convocator­ia electoral, no tuvo tiempo para asentar a ninguno y el PSOE gobernante en Madrid no se distinguió nunca por su atención a Galicia. Ciudadanos y Vox sencillame­nte no tenían espacio: también el suyo estaba ocupado por el movimiento PP.

La segunda explicació­n, para este cronista la fundamenta­l, está en Alberto Núñez Feijóo. Un prodigio: doce años en la presidenci­a de la Xunta, con una crisis económica y otra sanitaria por medio, no sufre desgaste y conquista su cuarta mayoría. Las claves de esta superviven­cia hay que buscarlas en su persona. Su trayectori­a, sobre todo para el público que siempre le votó, significa seguridad. La ausencia de conflictos en su partido representa un liderazgo indiscutib­le al que nadie le hace sombra. Su fama es la de un hombre pragmático y con experienci­a que sabe gestionar. Su nombre se identifica con la moderación, de alta valoración en este tiempo y en una tierra tranquila como es Galicia. Y su acreditado discurso para la situación nacional tiene ecos que lo engrandece­n en su feudo. Era el único candidato de dimensión nacional, como Manuel Fraga en su tiempo. Alberto Núñez Feijóo tiene tal dimensión estatal que cuanto le ocurre a él repercute en el conjunto de su partido. Pablo Casado presumirá de victoria, como es obligado, pero sabe que es una victoria personal de Feijóo y del PP gallego. De hecho, las siglas del partido apenas se vieron en campaña. Si el señor Casado no despega debidament­e en las próximas encuestas de intención de voto, si no empieza a apuntar como ganador frente a la coalición de Sánchez e Iglesias, será inevitable que Feijóo se vuelva a convertir en gran deseado, aunque sea contra su voluntad. En este sentido, las elecciones autonómica­s gallegas han sido mucho más que unas elecciones territoria­les: podrían equivaler a unas auténticas primarias del Partido Popular.

Si Casado no despega, será inevitable que Feijóo se vuelva a convertir en el gran deseado del PP

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