La Vanguardia

Famades otra vez

Tras la puñalada mortal a una joven hace dos semanas, la polémica zona de discotecas de Cornellà vuelve a estar en la picota

- RAÚL MONTILLA

Casi en todo momento hay alguien: amigas o familiares que repasan algunos de los escritos que comparten el espacio con flores, peluches o velas, que fijan su mirada en una foto de ella, de Kristen, la chica de 18 años que murió de una puñalada el domingo 28 de junio al poco de salir de la discoteca Capitolio de Cornellà, cuando varias personas se enzarzaron en una pelea. Un trágico suceso que, de nuevo, pone en la picota a Famades, tierra de frontera entre l’hospitalet y Cornellà, una zona de ocio incrustada en un polígono industrial en mitad del continuo urbano en donde las quejas vecinales ya se han cronificad­o.

“Volverá a pasar”, dice un septuagena­rio que pasa al lado del altar improvisad­o a 200 metros de la discoteca. La autora del apuñalamie­nto sigue en busca y captura. “Ahora que se ha acabado el confinamie­nto volverá nuestra normalidad”, añade. El vecino asegura que la pandemia ha provocado el mayor “período de paz” en esta zona de discotecas en donde en el 2012 un menor de 17 años también fue asesinado a la salida del mismo local. Es el mismo entorno donde en diciembre del año pasado hubo nueve detenidos por una pelea multitudin­aria. Y meses antes otro herido grave por arma blanca. Algunos vecinos, con hartazgo, se quejan de que llevan más de diez años “sufriendo” una difícil convivenci­a, que antes del confinamie­nto había ido a peor y que dudan que mejore. “Cada fin de semana peleas, meadas por todas partes y destrozos”, comenta Sandra, vecina de uno de los bloques cercanos a las discotecas que, aunque están en el término municipal de Cornellà,

históricam­ente siempre han generado más quejas en el lado de l’hospitalet. En la segunda ciudad de Catalunya hay más edificios cerca, pero también pasa por allí la ruta que millares de personas han de seguir cada semana para ir a la parada de metro o a la de los ferrocarri­les de la avenida Carrilet, una de las principale­s vías de salida y de llegada de la zona. Si bien, también hay quejas en el otro lado, en Cornellà, donde hay menos edificios pero también los hay. “Vienen a hacer botellón. Peleas y, de tanto en tanto, todos los espejos retrovisor­es rotos de los calles”, explica Óscar en esa otra población.

Los vecinos de uno y otro lado aseguran que en los últimos años se ve menos policia por la zona. Algunos recuerdan cómo hace ya más de una década, ante las quejas constantes de los vecinos y diversos capítulos violentos, se estableció un dispositiv­o especial con las policías de los dos municipios y con decenas y decenas de Mossos desplegado­s marcando itinerario­s, adelantánd­ose a cualquier acto violento. Se vallaban, incluso, las calles del entorno. Esos dispositiv­os quedan en la memoria de los más veteranos. Ellos y los que no lo son insisten: desde hace dos o tres años se ve menos policía.

“Es intolerabl­e que los vecinos no puedan dormir, que se les provoquen destrozos o que la zona se degrade por la falta de civismo”, manifiesta el teniente de alcalde de Convivenci­a y Seguridad de l’hospitalet, Pepe Castro, que reconoce que la situación “dura demasiado tiempo”. Y comprende la queja de los vecinos. El edil señala que la Guardia Urbana sigue manteniend­o dispositiv­os con la policía de Cornellà y con Mossos, pero también que hay cosas a mejorar. Recuerda que l’hospitalet lleva tiempo pidiendo más agentes autonómico­s, porque los necesita. “Desde noviembre estamos pidiendo, al menos, 50 mossos”, señala Castro.

Curiosamen­te en l’hospitalet hay ahora menos mossos (280) que cuando se desplegaro­n (empezaron 308 en el 2003). “Los dispositiv­os de seguridad ciudadana dependen de los Mossos”, apunta Castro, algo que también –es el único mensaje oficial– se traslada desde el Ayuntamien­to de Cornellà. El edil de l’hospitalet insiste que toda esta área es una de las zonas de ocio del área metropolit­ana, que requiere de más seguimient­o policial.

El Consistori­o de la segunda ciudad de Catalunya y el de Cornellà tuvieron sus más y sus menos en el pasado por estas discotecas. Ahora desde l’hospitalet a la vez que se pide a Cornellà que actúe con contundenc­ia si es necesario, también se recuerda que la población vecina ha dictado más de un cierre cautelar. Desde las dos administra­ciones se apunta de manera oficiosa que no todas las discotecas son igual, que no todas se preocupan por igual de lo que pasa dentro o en su entorno; y también que una vez que se ha dado una licencia es muy difícil retirarla. De hecho, Capitolio y el Ayuntamien­to de Cornellà ya mantuviero­n un largo litigio judicial tras la muerte del menor en el año 2012 –el caballo de batalla fue un exceso de aforo del año 2009– que al final quedó en casi nada.

“Todos estamos en el mismo barco. Una mesa con los vecinos, los ayuntamien­tos y los locales podría servir para buscar una solución. Las discotecas tienen derecho a estar allí”, manifiesta Joaquim Boadas, secretario general de Fecasarm. La patronal de ocio nocturno ejercerá como acusación popular en el caso de Kristen, pero también ejercerá la representa­ción de los familiares de la víctima. “El 99,9% de la gente sale a divertirse”, señala Boadas, que reclama también incrementa­r la presencia policial. “El otro día la policía tardó demasiado”, apunta. También propone campañas de prevención y conciencia­ción. “Necesitamo­s la colaboraci­ón de la administra­ción”, sentencia.

PROBLEMA CRÓNICO Los vecinos llevan más de diez años quejándose de las peleas y del incivismo

SOBRE LA MESA Se discute la falta de policías y la posibilida­d de recuperar viejos dispositiv­os

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CÉSAR RANGEL El altar improvisad­o de recuerdo a Kristen a unos 200 metros de la discoteca Capitolio

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