Compensar CO2: fórmula polémica
El esquema Corsia avala el uso de diversas programas de compensación de las emisiones para la aviación internacional; por ejemplo el empleo de certificaciones o derechos sobrantes procedentes del protocolo de Kioto (gestionados por la ONU) u otros gestados en acuerdos voluntarios de empresas para reducir CO2. Pero este sistema tiene muchas lagunas. Por ejemplo, requeriría que estuviera ya funcionando el mercado mundial de carbono , que aún no está activo, debido a las desavenencias entre países dentro de acuerdo de París (aunque sí funciona un mercado de derechos de emisión a nivel europeo). Además, no está garantizada la participación en la fase voluntaria de algunos de los grandes países (China, Brasil, India y Rusia). Y, en segundo lugar, se da una falta de credibilidad en algunas de las unidades de compensación; hay dudas de que correspondan a proyectos que hayan dado lugar a reducciones de CO reales. Sus críticos señalan que este sistema no ofrecen incentivos para que la industria aeronáutica invierta en tecnologías limpias, en lugar preferir la compra de créditos a precios baratos y de dudosa fiabilidad. “El esquema Corsia no encaja con los objetivos de reducción de CO2 del acuerdo de París”, dice Floren Marcellesi, coportavoz de Equo, contrario al acuerdo de la OACI. “Las compensaciones por el daño climático llegarán demasiado tarde en comparación con lo que pide la ciencia. Es una irresponsabilidad climática. Lamentamos que el Gobierno español no se haya opuesto a este paso atrás, incoherente con su declaración de emergencia climática”, añade.