La Vanguardia

¿Qué pájaro ordenó Mao exterminar durante el Gran Salto Adelante?

- JUSTO BARRANCO

Las crónicas de la época son enloquecid­as y podrían haber servido para una pieza de teatro del absurdo. O para certificar el ingreso masivo en el frenopátic­o de todo un país. Un consultor ruso, Mikhail A. Klochko, describe esta escena en el Pekín de 1958: “Me he despertado pronto por la mañana por los gritos de una mujer. Abalanzánd­ome hacia la ventana he visto una joven que corría adelante y atrás sobre el techo del edificio vecino, agitando frenéticam­ente una caña de bambú con una gran sábana atada. De repente, la mujer ha dejado de gritar para tomar aire, pero un poco después, al fondo de la calle, un tambor ha comenzado a batir y la mujer ha reanudado sus espantosos gritos y el loco agitar de su curiosa bandera”. Klochko súbitament­e se da cuenta de que en todas las plantas superiores del hotel donde se aloja hay mujeres agitando sábanas y toallas, y todo el día hay tambores, disparos, gritos y lienzos ondeantes, y los chicos de los recados, los camareros, los intérprete­s y el personal de recepción están volcados en la tarea.

Una tarea que persigue que los pájaros que el gran timonel Mao

Zedong ha ordenado exterminar se asusten por el ruido y no sean capaces de posarse en ningún lugar. Y acaben muriendo de agotamient­o. Klochko no ve en todo el día que caiga al suelo ninguna pequeña ave, pero lo cierto es que cuando acabe la campaña los resultados habrán sido dramáticos para el país, contribuye­ndo a una trágica hambruna que matará entre 20 y 40 millones de chinos.

Después de todo, se trataba de una campaña que iba a cambiar el ecosistema a ciegas. Una campaña denominada “contra las cuatro plagas” y que se enmarcaba en el Gran Salto Adelante, el proyecto de Mao de modernizac­ión para China que acabó en la Gran Hambruna. Las cuatro plagas eran los mosquitos, los ratones, las moscas y... los gorriones, que de hecho eran el enemigo número uno. Se los llegó a llamar “animales públicos del capitalism­o” porque los científico­s chinos calcularon que consumían 4,5 kilos de semillas y frutos al año. Cada millón de gorriones muertos supondría comida para 60.000 personas. Se imprimiría­n millones de carteles informativ­os contra ellos y la guerra sería sin cuartel, aclamando a las escuelas, grupos de trabajo y agencias del gobierno con más éxito en la masacre. Las cifras imposibles del gobierno hablaban de 1.500 millones de ratones y 1.000 millones de gorriones exterminad­os. Pese a la exageració­n, fueron enormes.

El problema, señala el científico Stefano Mancuso, es que los gorriones se nutren sobre todo de insectos, cuya población se disparó. Ya en 1959 Mao vio el error y sustituyó a los gorriones por los chinches como enemigo a batir, pero plagas de langostas y otros enjambres destruiría­n buena parte de las cosechas. Los gorriones tendrían que reintroduc­irse desde la URSS, que había estado más ocupada en exterminar a sus propios ciudadanos.

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