La Vanguardia

Benzema, y nadie más

Las vicisitude­s de Jovic y la inoperanci­a de Bale aíslan al 9 francés

- SERGIO HEREDIA

En ocasiones, Zinédine Zidane levanta la vista del campo, mira hacia otro lado, buscándole un refresco a Karim Benzema, y no ve a nadie.

Zidane no ve a Gareth Bale (30), que vive a cuerpo de rey con sus 15 millones anuales hasta el 2022 y no quiere que le molesten y que a veces, incluso, sestea en la grada, tan poco se cuenta con él. Y tampoco ve a Luka Jovic (22), un fiasco como la copa de un pino y una nulidad en la gestión de la pandemia. Ahora mismo, Jovic se encuentra en cuarentena.

–Mi hijo está deprimido y asustado –ha dicho Milan Jovic, el padre del talento serbio.

Y en el Madrid se preguntan: “¿Qué hacemos con él?”.

Y la respuesta es idéntica a la del caso Bale: en el Bernabeu se atienden ofertas.

(...)

La prensa internacio­nal lanza rumores. Se dice que el Chelsea, el Leicester y el Milan andan detrás del serbio, un fenómeno el curso pasado, en el Eintracht Frankfurt –se le considerab­a el mejor delantero europeo de su generación–, y una calamidad en este, su primer año de blanco, no solo en el plano deportivo (escasísima presencia en los planes de Zidane), sino en el personal: durante un permiso en Serbia, con el mundo confinado, Jovic se saltó la reclusión forzada para acudir al cumpleaños de su novia y se ganó una denuncia por vía penal y la reprimenda de la primer ministro serbia, Ana Brnabic, que dijo en público:

–Tenemos ejemplos negativos de nuestras estrellas del fútbol que cobran millones e ignoran el autoaislam­iento obligatori­o de regresar a casa.

Por piernas salió Jovic, que regresó a Madrid, y allí se rompió un hueso del pie derecho mientras se entrenaba en casa, una lesión grave que le supondrá tres meses de ausencia y, a colación, le indujo la depresión.

Luego, ya, la puntilla. Deprimido, Jovic se fue a una barbacoa. Alguien colgó las fotos en las redes. Y algún invitado dio positivo por la Covid-19. Consecuenc­ia: ahora mismo, Jovic se encuentra en cuarentena por catorce días.

Así que a Zidane no le cabe otra opción.

O juega con Benzema, o juega con Benzema.

El francés ha sido titular en los ocho partidos posconfina­miento. Y en todos ellos, su rendimient­o ha sido magnífico. Al fin y al cabo, nos encontramo­s ante un 9 atípico. Más que un llegador –que lo es: registra una media de 22 goles por temporada; es el quinto goleador en la historia del Madrid–, Benzema es un distribuid­or. Si hace falta, retrocede a la zona de medios para recoger balones, reordena la línea ofensiva, entrega a los flancos y saca de punto a los centrales, que deben salir a buscarle.

Su fútbol descarga el centro del campo blanco, que encuentra en Benzema un recurso extra. Y sus meteduras de pata ya apenas las conserva la hemeroteca –multas de tráfico, procesos judiciales a cuenta de desvaríos penales...–. Cuando fallan Bale y Jovic, entonces Zidane cuenta con Benzema, hoy un futbolista comprometi­do, una suerte de antihéroe que sirve para un roto y un descosido.

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EFE Benzema, en el centro, durante un rondo del Real Madrid, ayer en Valdebebas

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