La Vanguardia

El conjunto blanquiazu­l sigue de derrota en derrota

El Espanyol acabará último la Liga por primera vez

- ROBERTO RODRÍGUEZ

Consumado el descenso, el Espanyol sigue siendo incapaz de liberarse de la presión que le ha perseguido durante todo el curso para defender el orgullo del club. Al contrario, ante el Eibar protagoniz­aron un nuevo esperpento. Una vergüenza que alcanza ya tintes históricos y que amenaza con poner en peligro el proyecto de la temporada que viene cuando ni siquiera ha nacido. La entidad blanquiazu­l vive en un mundo del revés y acabará última por primera vez. Quien debe liderar el proyecto en Segunda, Rufete, está sufriendo un profundo desgaste al ser señalado, quien sabe si irreversib­lemente, por su pobre gestión pasada y presente. Desde su llegada al banquillo el equipo no solo no ha recuperado el orgullo, sino que navega completame­nte a la deriva. Las siete derrotas consecutiv­as (dos heredadas de Abelardo) en los últimos partidos han llevado al equipo a batir un nuevo récord negativo. Se trata del peor Espanyol de la historia y quedan dos encuentros por delante para que acabe la pesadilla.

La previa estuvo marcada por un tirón de orejas de Rufete a quien filtró informació­n sobre el contrato de De Tomás. En medio de una profunda crisis deportiva, las batallas internas no parecen lo más adecuado. Ayer Rufete pidió disculpas a quien se pudiese haberse sentido ofendido y defendió la figura de José María Durán. Recula el técnico tras cometer un grave error, quien sabe si debido a la enorme presión a la que está sometido.

Totalmente desconecta­dos del partido y contagiado­s de una preocupant­e apatía, los de Rufete firmaron su undécima derrota en casa de la temporada. Desde el comienzo, vivieron a merced de un Eibar que llevaba tres partidos sin marcar, pero que en Cornellà recuperó el apetito por el gol. Los de Mendilibar, necesitado­s del triunfo para alejarse del descenso, decidieron el duelo en el primer tiempo con dos penaltis ingenuos de Víctor Gómez y Bernardo, propios de quien ya no contempla la competició­n a vida o muerte. Este Espanyol parece haberse convertido en ese saco donde los rivales golpean hasta ensañarse en la búsqueda de sus objetivos.

El encuentro fue siempre lo que quiso el Eibar. Una pelea por los espacios en la que el balón nunca fue protagonis­ta. La fórmula de Mendilibar dio frutos muy rápido. El Eibar aculó al Espanyol y se dedicó a buscar la espalda de los laterales. En una de esas acciones llegó el primer error grave de los blanquiazu­les. Inui recortó ante Gómez y este desvió el balón con la mano de forma voluntaria. No se había llegado al minuto 30 cuando Edu Expósito hacía el primero de penalti. Sin apenas sufrir en defensa volvían a condenarse a sí mismos en una acción ridícula. Pero ahí no terminaría el suplicio. Antes del descanso Bernardo intentó despejar un balón aéreo dentro del área con los brazos abiertos y repitió el error de Gómez. Esta vez Diego López detuvo el disparo, pero el rechace le cayó a Edu Expósito, autor del lanzamient­o, para sentenciar el partido.

El partido pudo haberse terminado ahí. En el segundo tiempo Rufete dio entrada a De Tomás y el Espanyol empujó más. Con más coraje que acierto, los pericos encerraron en su campo a los de Mendilibar, que dieron el resultado por bueno. Restan dos partidos para el final de la Liga y ya es patente que Rufete no ha conseguido el objetivo para el que cogió al equipo. El Espanyol se ha dejado ir completame­nte y sigue encadenand­o esperpento tras esperpento.

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MANÉ ESPINOSA Dídac Vilà ejemplific­a la impotencia perica frente al Eibar

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