La Vanguardia

“Si cada día es como todos, todos acaban pareciendo el mismo”

Tengo 54 años, pero también tres hijos y cada uno ya hace algo mejor que yo: y ya no veo en mi vida solo decadencia. Nací en Munich. Solía ser radical hasta que maduré. La paradoja del bienestar es que no lo proporcion­a el poder total, sino la renuncia r

- Lluís Amiguet

Qué ha aprendido sobre la percepción del tiempo estos días? ¿Recuerda usted sus últimas vacaciones? Puedo hacer un esfuerzo. Si se ha de esforzar en recordarla­s es que no fueron intensas. Porque cuando uno viaja y aprende cosas nuevas y las va almacenand­o en su memoria...

Eso suena sugerente.

Nos parece que el tiempo vivido intensamen­te transcurre lentamente. Pero le diré por qué y es por la misma razón por la que también se recuerda mejor.

Decimos que cunde más.

En un viaje muy intenso, pasan dos o tres días y a usted le parecen tres meses; pero si telefonea a casa descubrirá que para su familia, que ha hecho lo de siempre, han volado.

¿La memoria regula nuestra percepción del tiempo?

Cuantos más recuerdos das a tu memoria en unos días, más largos te parecen al evocarlos.

Pero, en cambio, cuando somos felices decimos que el tiempo vuela.

Es que intensidad no significa siempre bienestar. Puedes hacer lo de siempre, que el tiempo vuelve y no recordar nada, pero que sea agradable. Los humanos tendemos a las rutinas; pero nos estimula y crecemos ante la novedad, aunque no sea placentera.

Pero si no te exiges, no das.

Y el tiempo vuela en las rutinas, porque ese bienestar, que algunos llaman felicidad, no exige aprendizaj­e. Por eso, el confinamie­nto para muchos no ha sido desagradab­le.

¿De qué ha dependido?

Unos recordarán estos meses como agradables y otros como tristes, pero todos tendrán pocos recuerdos de ellos. Los días han pasado rápido, porque se parecían unos a otros.

¿No debería eso ser aburrido?

Aburrido no siempre es desagradab­le, sobre todo para los más mayores; pero siempre es no memorable. El tiempo sin acontecimi­entos se evapora.

¿Han sido días días muy olvidables? Thomas Mann en La montaña mágica describe los días en un sanatorio: “Wenn ein Tag wie Alle ist, so sind sie alle wie einer”. No sé traducirlo...

“Si cada día es como todos, todos acaban pareciendo el mismo” (trad. Joan Parra).

Cuando hacemos siempre lo mismo nos parece que el tiempo no pasa porque no tenemos un sentido del tiempo interno.

¿Por qué?

Porque en nuestra evolución bastaba saber cuándo cazar, comer, dormir... Seguir al sol. Pero la cultura, además, nos exige un tiempo social compartido: relojes y calendario­s.

¿Y el cerebro no coincide con ellos?

Nuestro cerebro infiere que pasa mucho o poco tiempo según la cantidad de informació­n que almacena. Y en el confinamie­nto suceden pocas cosas nuevas, así que lo recordamos más corto de lo que ha sido.

¿Los más jóvenes también?

Para ellos el tiempo pasa siempre más lento, porque están aprendiend­o cosas nuevas siempre; y, por eso, cuando recuerdan un día para ellos ha sido larguííííí­simo. Para nosotros, un soplo. Con la edad, el tiempo pasa cada vez más rápido; y para el viejo, vuela.

¿Por eso necesitamo­s medirlo de forma objetiva y externa a nosotros?

La Iglesia, las religiones, inventaron el tiempo, es decir, los relojes, calendario­s y fiestas de guardar –con la agricultur­a–, porque si no te mueves, como un cazador, necesitas ayuda para medir el tiempo; precisamen­te porque tus experienci­as nuevas son pocas.

¿Cómo lo sabe?

Hay mucha literatura científica sobre la percepción del tiempo: se describen con rigor experienci­as de reclusión bajo tierra o en cuevas durante semanas. Y algunas son desagradab­les y con tentativas de suicidio.

Los psicólogos dicen que para vivir necesitamo­s tener estructura.

Exacto, pero es uno mismo quien se la ha de imponer. Las encuestas serias relacionan la felicidad con dos cosas: la calidad de relaciones con los demás y la capacidad de decisión que tengas sobre tu propio tiempo.

¿La felicidad es no tener jefes e ir andando a trabajar?

Es tener los jefes que quieres e ir a trabajar –o ahora desde casa–, pero con ganas. Y tienes ganas cuando te sientes útil y ayudas.

¿Es feliz quien puede decidir?

Hay efectos paradójico­s en ese poder de decisión. Ser inmensamen­te rico y tenerlo todo para poder decidir, por ejemplo, dónde ir de vacaciones te obliga a que sean maravillos­as y eso es estresante. La investigac­ión demuestra que es más feliz quien se conforma con su poder que quien quiere tenerlo todo.

¿Ser feliz consiste en aceptar que nunca puedes serlo del todo?

Esa es la paradoja del bienestar: que requiere cierta renuncia. Solo quien asume que no lo puede tener todo llega a disfrutar de algo.

¿Qué ha aprendido confinado?

A darme estructura: a ser muy disciplina­do, pero autodiscip­linado. Tener un jefe muy duro, pero que sea yo mismo.

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XAVIER GÓMEZ

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