La Vanguardia

Nacionalis­mo al alza

- Jordi Juan Director

Los resultados electorale­s dan pie siempre a toda clase de interpreta­ciones, y una de las grandes tentacione­s de los comentaris­tas políticos es buscar un paralelism­o con otras elecciones que poco o nada tienen que ver con las que analizamos. Esto ha vuelto a suceder este domingo con los comicios vascos y gallegos, que enseguida han querido ser interpreta­dos en clave española.

Si nos ceñimos exclusivam­ente a la puridad de los datos, hay una constataci­ón que brilla con luz propia: la suma de los partidos nacionalis­tas vascos y gallegos ha obtenido el mejor resultado de la historia. En Galicia, el Bloque ha logrado 19 diputados, superando en uno el récord del histórico Xosé Manuel Beiras en 1997, y en el País Vasco, PNV y EH Bildu han sumado 53 escaños, la cifra más alta lograda nunca (los nacionalis­tas obtuvieron 46 en el 2016, 48 en el 2012 y 35 en el 2009). La decantació­n de los ciudadanos hacia formacione­s que no están ligadas a ningún partido estatal es una evidencia y, para confirmar el dato, el PP ha visto como su modelo tutelado por la dirección en Madrid (País Vasco) se ha estrellado y el modelo propio y más independie­nte (Galicia) ha arrasado. En las últimas elecciones generales ya se produjo un fenómeno parecido con grandes resultados de los partidos nacionalis­tas clásicos, a los que se sumaron nuevas formacione­s regionalis­tas en Aragón, Cantabria o Navarra. Parece que esta tendencia va a crecer más en el futuro.

A partir de aquí, opinar sobre el mapa electoral estatal es ya entrar en elucubraci­ones. Es evidente que la debacle de Unidas Podemos es una realidad en ambas comunidade­s, pero faltaría ver qué pasaría en unas elecciones generales. El comportami­ento del votante es muy diferente y ecléctico. El pretender que esta derrota vaya a afectar al Gobierno de coalición es suponer mucho. La dirección de UP sabe que su mal resultado tiene más que ver con luchas internas que por su participac­ión en el Ejecutivo. No deja de ser paradójico que obtiene su peor resultado cuando disfruta de un mayor poder político. Pero de aquí a provocar una caída del Gobierno para recuperar el terreno perdido es una absurdidad. Lo que sí parece claro es que el voto de izquierdas que abandona a UP se refugia en el nacionalis­mo. Un dato nada despreciab­le.

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