La Vanguardia

Ojo con el mapa vasco

- Enric Juliana

Las elecciones anticipada­s son polaroids del tiempo agitado. El Partido Nacionalis­ta Vasco y el Partido Popular de Galicia decidieron celebrar elecciones en julio por temor a un octubre muy tormentoso. El PNV tuvo que doblegar la inicial resistenci­a de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, amenazando con abstenerse en la quinta votación del estado de alarma.

(Iglesias intuía que esas elecciones no le irían bien, puesto que su partido carece de sólidas bases territoria­les. Podemos es un espacio que ha inspirado a otros partidos. Toda una amplia franja electoral se ha “podemizado” durante estos años).

Al ver que los de Sabin Etxea podían subirse al monte, Bildu y Esquerra Republican­a se alborotaro­n. En Compromís compraron una escalera para subirse al naranjo valenciano. Junts per Catalunya recitó La vaca cega ,de Joan Maragall: “Topa de morro en l’esmolada pica i recula afrontada...” El Bloque Nacionalis­ta Galego fue el único que mantuvo la flema. Y acertó.

Segunda quincena de mayo. El Partido Popular olió sangre y redobló sus ataques. Vox convocó una manifestac­ión de coches deportivos en el paseo de la Castellana. Las cacerolas despedían las puestas de sol en el barrio de Salamanca. El magistrado emérito Manuel Aragón Reyes publicó un muy comentado artículo en el que se afirmaba que el Gobierno estaba forzando la Constituci­ón con un uso inapropiad­o del estado de alarma. Amaneció la expresión “dictadura constituci­onal” y hubo movimiento­s en algunos despachos, juzgados, platós y comandanci­as. Pongamos que hablo de Madrid. Durante unos días, el Gobierno parecía a punto de perder la mayoría y, sí, tuvo que recular, afrontado.

Alberto Núñez Feijóo ha conseguido su cuarta mayoría absoluta y se consolida como posible líder alternativ­o del Partido Popular. No es poco. El PNV mejoras posiciones y podrá gobernar medianamen­te tranquilo con el PSOE vasco, su viejo y fiel aliado. Con Bildu en el retrovisor.

La polaroid también es buena para Pedro Sánchez aunque los resultados del Partido Socialista sean discretos. Cuatro carambolas para Sánchez. Mayor confusión estratégic­a en el Partido Popular hasta que se imponga claramente una línea, aunque a Pablo Casado no hay que darle por muerto. Mayor fragilidad del socio de coalición, aunque a Iglesias tampoco hay que darle por muerto. (Pongamos que hablo de Madrid). Mayor libertad de movimiento­s para Ciudadanos. (Pongamos que hablo de Luis Garicano). Mayor cautela del PNV. En este caso, pongamos que hablo del mapa electoral de Euskadi, con sus números concretos: Bildu es el partido que más avanza y podría formar una alianza mayoritari­a con Podemos y el PSOE. Ese tripartito no lo vamos a ver en los próximos años, pero el PNV lo deberá tener en cuenta en sus futuros viajes hacia el centro, si un día Núñez Feijóo dirige el Partido Popular.

La polaroid nos dice que estas no eran una elecciones generales parciales. Sánchez gana margen de maniobra e Iglesias se consagra como el objetivo que batir. (Pongamos que hablo de Madrid). Esa polaroid pronto quedará archivada, porque ahora viene la gran panorámica del trabajoso pacto europeo.

Los resultados son buenos para el PNV pero le invitan a la cautela: podría haber otra mayoría

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