La Vanguardia

El cerebro o el trasero

- Isabel Gómez Melenchón

En los años veinte del siglo pasado Marlene Dietrich inició una tendencia, la de asegurar aquellas partes del cuerpo de las que estamos orgullosos/as, que casualment­e suelen coincidir con las que nos dan de comer. En su caso se trató de las piernas, unas extremidad­es extremas, si me permiten la redundanci­a, por las que en caso de siniestro se pagaría un millón de dólares. A una le parece mucho dinero para la época, aunque a la póliza se añadiera la voz, pero ya sabemos que la historia y el tiempo lo exageran todo, y si no, lo hacemos nosotros por ellos.

Viene al caso por la noticia, afirmada y desmentida, de que otra artista, Jennifer López, ha segurado su trasero por 20 millones de dólares. No es la primera vez que el culo, con perdón, de la artista sale a subasta, con perdón de nuevo, en las redes. Ya hace años se habló de 17 e incluso de 27 millones de dólares, desmentido por la propia cantante, porque, a ver, debe de ser de lo más incómodo tener una retahíla de tasadores y expertos verificand­o continuame­nte la chapa y mecánica de la pieza en cuestión, si sufre de abolladura­s, alguna raya, etcétera, porque ya sabemos lo que a los seguros les cuesta siempre pagar. Por otra parte, tampoco resultaría extraño que tal póliza fuera cierta, la lista de

celebs que han puesto precio a su anatomía (y a cosas más curiosas) es extensa, desde los pechos de Dolly Parton hasta las piernas de Mariah Carey, Rihanna o Tina Turner, la única a la que se lo admitimos porque ella lo vale. Como también parece que lo valen, al menos sobre el papel, la sonrisa de America Ferrera, los dedos de Keith Richards y la lengua, sí, la lengua, de Gene Simmons, el líder de Kiss. Todo es asegurable. ¿Todo?

Resulta que en estas listas no de excentrici­dades, que cada uno come de lo que puede y le dejan, sino de herramient­as corporales varias, aparecen dientes, cinturas, tobillos, muslos... pero no he encontrado ningún cerebro. ¿Nadie, absolutame­nte nadie, ha decidido asegurar su materia gris? ¿En tan poco la valoramos? Científico­s, premios Nobel, creadores, pensadores, escritores... díganme alguno/a que haya puesto precio a su intelecto para el día que las musas, en forma de palabras o raíces cuadradas, decidan dejar de visitarlos/as, algo que con los años nos acaba pasando a todos, si llegamos, igual que esos traseros tan cotizados hoy sufrirán de celulitis mañana.

Esas mentes maravillos­as y tan necesarias no tienen precio, pero que un trasero sí lo tenga dice mucho de lo que consideram­os valioso.

No sé de ningún científico o Nobel que haya asegurado

su materia gris

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