Trump rescinde la orden de expulsar a miles de estudiantes extranjeros
La presión ha dado resultado. Los estudiantes internacionales matriculados en universidades de Estados Unidos que el próximo curso, de momento, solamente ofrezcan clases online, no presenciales, no serán expulsados del país.
Lo anunció ayer de forma inesperada la juez encargada de resolver la demanda presentada por Harvard y el MIT contra la orden avanzada hace una semana por el Departamento de Interior a la agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), que abocaba a miles de universitarios de todo el mundo a tener que abandonar Estados Unidos, ya que el Departamento de Estado les retiraría de inmediato el visado que les permite estudiar y residir temporalmente en el país. Varios estados y universidades públicas, especialmente dependientes de las tasas que pagan los universitarios extranjeros por seguir sus clases, se sumaron a la ofensiva y presentaron demandas similares.
A los cinco minutos del comienzo de la vista oral, la juez federal de Massachusetts Allison Burroughs anunció que la parte demandada les ha comunicado que daba marcha atrás en la medida. El Departamento de Interior aplicará la norma adoptada al comienzo de la pandemia, que permite excepcionalmente seguir en el país a los universitarios aunque no sigan clases presenciales, como exige este tipo de visados. La fiscal general estatal, Maura Healey, celebró el desenlace del caso. “La norma era ilegal y la dministración Trump sabía que no tenía ninguna oportunidad”.
El anuncio hizo cundir la inquietud entre el millón de estudiantes internacionales que se dispone a empezar el curso este otoño en EE.UU. Para algunos había tenido consecuencias inmediatas. Un estudiante admitido en Harvard fue frenado la semana pasada en el aeropuerto de Minsk (Bielorrusia) en aplicación de las nuevas directrices, revelaron los abogados de la universidad en una vista celebrada la semana pasada. En ella, varios jóvenes explicaron al juez los problemas que les crearía la medida en plena pandemia, que incluyen desde dificultades para volver a sus países de origen a la imposibilidad de seguir desde allí las clases online debido a la diferencia horaria.
Los abogados estaban preparados ayer para denunciar la “amenaza para la salud pública” que suponía la medida, al presionar a las universidades para abrir sea cual sea la situación epidemiológica, así como el perjuicio económico que causaría. La orden era una ruptura radical con la tradición de bienvenida de EE.UU. a los estudiantes extranjeros, uno de los pilares clásicos de su poder blanco.