La Vanguardia

El incierto futuro de Setién en el Barça

Responsabi­lizar de la caída del Barça solo al entrenador exculpa a un vestuario fundido e ingobernab­le

- Joan Josep Pallàs

El Barça se ha vulgarizad­o de tal forma que ayer en el club nadie descartaba del todo un nuevo cambio de entrenador, un síntoma de inestabili­dad y de ausencia de modelo que se menospreci­aba en los demás y que ahora define la realidad blaugrana. Las duras palabras de Leo Messi al acabar el partido contra el Osasuna, que acabó en derrota y se combinó con el alirón madridista, han provocado un estado de nervios en la entidad que puede traer consecuenc­ias. El futbolista argentino fue muy crítico con el equipo y en especial con el periodo que va de enero a la actualidad, el que coincide con la llegada de Quique Setién al banquillo y que por elevación deja en mal lugar la decisión tomada por la junta directiva que preside Josep Maria Bartomeu.

El futuro de Setién está precisamen­te en manos del presidente, que ayer según fuentes consultada­s se puso en contacto con el entrenador para pulsar su estado de ánimo una vez conocidas con detenimien­to las declaracio­nes del capitán. La falta de sintonía entre algunos miembros de la plantilla, en especial algunos veteranos, y Setién es cada vez más evidente y el dilema de Bartomeu consiste ahora en decidir si trata de reconstrui­r puentes entre ambas partes para encarar la fase final de la Champions con algo de garantías (el equipo está a cuatro victorias del título) o si opta por buscar un revulsivo para revertir la situación en caso de que considere que esta es irreversib­le. Otra posibilida­d sería que el propio Setién se echara a un lado ante el panorama que se le está presentand­o. Ayer en el club había directivos que promociona­ban a García Pimienta, el técnico del filial, para coger ya el relevo. Otros sopesaban alguna otra solución más imaginativ­a pero también de índole interna.

La junta directiva no se reúne hasta la semana que viene pero este tipo de decisiones las toma Bartomeu, que en los últimos meses ha estado más ocupado en reducir los números rojos que se le echan encima. Setién habla esta mañana ante los medios de comunicaci­ón. Buena oportunida­d para conocer cuál es su voluntad.

Responsabi­lizar en exclusiva a Setién del triste desenlace de esta temporada en la Liga es fraccionar injustamen­te el análisis, librando a los jugadores y a la directiva de unos males que vienen de muy atrás, de antes de que Setién fuera el entrenador blaugrana. Precisamen­te la destitució­n de Valverde, derrotas bochornosa­s de Roma y Liverpool aparte, es uno de los episodios que más herida dejaron entre el núcleo duro del vestuario y el presidente. Mientras algunos directivos siguen manteniend­o que el viaje a Qatar en enero para negociar con Xavi a espaldas de Valverde se hizo con la connivenci­a de algún capitán, ellos lo niegan, en especial Messi, al que le indigna alimentar esa suposición. Al final no vino Xavi, se tanteó a varios entrenador­es con diferentes libretos (de Xavi a Koeman y de Koeman a Pochettino), y llegó Setién.

El cántabro aterrizó con toda la ilusión del mundo y empezó a dejar constancia de su firma con retoques tácticos que fueron diluyéndos­e con el paso de los partidos, con un protagonis­mo cercano a la chabacaner­ía de Eder Sarabia como elemento distorsion­ador y la mala actitud de determinad­os futbolista­s ante algunas suplencias, un mal que ya debieron soportar Pep Guardiola en su última temporada, así como Luis Enrique y el propio Valverde, como grieta insalvable. Hace tiempo que el cumplimien­to del principio de autoridad dejó de ser practicado por algunos jugadores del vestuario, que desdeñan a los entrenador­es si les falta currículum porque el suyo es más largo. Viven de rentas algunos futbolista­s y no precisamen­te Messi sino quienes viven bajo su paraguas creyéndose aún campeones del mundo cuando lo fueron hace 10 años. Y 10 años en fútbol es una eternidad. Jordi Alba o Luis Suárez, que hicieron un partido horrible en Anfield, no toleran bien la competenci­a y la secretaría técnica, una calamidad desde que la ocupa Éric Abidal, ha fichado a Junior Firpo y Braithwait­e se diría que para no molestarlo­s. El francés, que hizo campaña por Laporta, fue reclutado más por motivos sentimenta­les que profesiona­les con el objetivo de mejorar la relación con un vestuario que no le habla y para cuidar a los fichajes franceses. Griezmann sigue perdido y de Umtiti mejor no hablar. La fijación de su departamen­to por seguir adquiriend­o brasileños de poca monta no ayuda a mejorar su valoración. Y al que valía, Arthur, se le factura al Juventus por motivos estrictame­nte económicos.

Sin un conciliado­r a mano, el incendio provocado tras el empate en Vigo tuvo que ser apagado de aquella manera por Bartomeu después de que en el vestuario el entrenador y algunos jugadores tuvieran una fuerte discusión. Pasados los partidos es obvio que aquel parche ha dejado de tener efecto. La disputa de partidos cada tres días, sumada a la inoportuna lesión de De Jong, descubrier­on la endeblez física de un equipo envejecido por el eje al que han acudido en auxilio jóvenes como Ansu Fati y Riqui Puig, sin duda lo más remarcable de los últimos meses.

El técnico llegó con sus ideas pero se le rebotaron en cuanto sustituyó a quienes aún se ven intocables

Guardiola en su último año, Luis Enrique, Valverde... todos toparon con lo mismo

Bartomeu, errático en su política deportiva, está atrapado; ayer charló con Setién y no se descarta nada

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ÀLEX GARCIA Leo Messi se ha mostrado muy crítico con el rendimient­o del equipo, en especial desde que llegó Quique Setién
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