La Vanguardia

La tensión en el Cáucaso amaina tras amenazas de atacar presas y nucleares

Armenia afirma que “no hay solución militar” al conflicto con Azerbaiyán

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

Tras cinco días de combates en el Cáucaso y amenazas verbales de destruir las infraestru­cturas enemigas, ayer el tono se rebajó en la guerra latente que durante 30 años libran Armenia y Azerbaiyán y que ha vuelto a encenderse esta semana. El primer ministro armenio, Nikol Pashinián, pidió conversaci­ones de paz delante de sus colegas de la Unión Económica Euroasiáti­ca, aliados regionales a los que interesa que las cosas se calmen.

Un día antes el presidente de Azerbaiyán, Ilham Alíev, advirtió que solo se sentará a dialogar si ese esfuerzo es sustancios­o y serio.

La enemistad entre estas dos exrepúblic­as soviéticas comenzó hace más de 30 años, en pleno proceso de la perestroik­a y los últimos años de la URSS. En 1988 la región montañosa de Nagorno-karabaj, de mayoría armenia pero enclavada en Azerbaiyán, pidió incorporar­se a Armenia. Moscú se lo impidió. El mismo año de la desintegra­ción soviética, 1991, se declaró independie­nte, lo que provocó una guerra abierta entre 1992 y 1994, que terminó con la victoria de Armenia.

Ese año Armenia, Azerbaiyán y Nagorno-karabaj, con mediación de Rusia, firmaron una tregua en el protocolo de Bishkek. A pesar del tiempo transcurri­do, ni los contactos entre los gobiernos ni la mediación del Grupo de Minsk de la OSCE, que copresiden Rusia, Estados Unidos y Francia, han obtenido resultados satisfacto­rios. Nagornokar­abaj fue el primer conflicto congelado del espacio exsoviétic­o, que de vez en cuando estalla.

“No hay una solución militar al conflicto y no hay alternativ­a a las negociacio­nes de paz, que satisfacen los intereses de todos los pueblos de nuestra región”, dijo Pashinián en Minsk, capital de Bielorrusi­a, en una reunión del consejo interguber­namental de la Unión Económica Euroasiáti­ca, de la que forman parte Rusia, Kirguistán, Kazajistán, Bielorrusi­a y Armenia.

Las nuevas escaramuza­s entre los ejércitos de ambos países vecinos se reiniciaro­n en la frontera común el pasado domingo, 12 de julio, 300 kilómetros al norte de Nagorno-karabaj.

Los gobiernos de Ereván y Bakú se acusan mutuamente de haber iniciado este nuevo brote de violencia y de atacar con su artillería las poblacione­s cercanas. En estos bombardeos han muerto al menos 17 personas, 12 militares y un civil azerbaiyan­os y cuatro militares armenios. Según despachos de agencias, civiles ambos lados de la frontera aseguraron que sus casas han

A lo largo de la frontera, el choque por Nagorno-karabaj ha provocado 17 muertos en los últimos seis días

estado bajo fuego de guerra y que temían por su vida.

Las declaracio­nes apaciguado­res de Pashinián se producen un día después de otras declaracio­nes de signo totalmente contrario.

El jueves Azerbaiyán y Armenia se amenazaron con destruir las grandes infraestru­cturas del contrario, incluido una central nuclear. El Ministerio de Defensa azerí advirtió de que en caso de que se produjeran ataques contra el embalse de Mingachevi­r, el más grande de la región, sus fuerzas armadas no dudaría en ataques similares. La posibilida­d de atacar esa infraestru­ctura apareció publicada en medios y redes sociales. “La parte armenia no debe olvidar que los nuevos sistemas de misiles en el arsenal de nuestro ejército permiten realizar ataques de alta precisión en la central nuclear de Metsamor, lo que puede provocar una gran catástrofe a Armenia”, dijo el portavoz de Defensa de Azerbaiyán, Vagif Dargiajli, refiriéndo­se a la única planta de este tipo de Armenia.

Rusia, que es el principal valedor de la estabilida­d en la región, mantenía ayer intensos contactos para intentar mediar. El presidente ruso, Vladímir Putin, discutió la situación en el Cáucaso en una reunión del Consejo de Seguridad de Rusia. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, aseguró que volvió a manifestar­se la voluntad de mediar en el conflicto.

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AZIZ KARIMOV / AP Dos hombres portan la bandera nacional durante una manifestac­ión en apoyo al ejército de Azerbaiyán en Bakú

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