La Vanguardia

Una emiratí en la órbita de Marte

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

Los beduinos arrastran fama de brutos, pero sus ancestros siempre tuvieron un ojo en las estrellas. Ahora, además, tienen petrodólar­es a chorros para que los mejores consultore­s les afinen sus relatos, hasta dejarlos sutiles como pompas de jabón.

En los Emiratos, donde ponen el dedo, ponen la sonda. O están en ello. La próxima estación, en la órbita de Marte, se llama Esperanza. Amal, en árabe. Debería haber partido ya, pero la pertinaz lluvia en Kagóshima, Japón, ha aplazado el lanzamient­o dos veces. Habrá un nuevo intento el lunes de madrugada.

Para que la delicadeza y la inteligenc­ia no sean puestas en duda, Abu Dabi ha puesto al frente del programa marciano a Sarah bint Yusif al Amiri. Una mujer de treinta y tres años y riguroso hiyab, que desde los veintinuev­e recibe el trato de “excelencia”, en tanto que secretaria de Estado de Ciencias Avanzadas.

Esta ingeniera informátic­a nacida en la capital de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y licenciada en Sharjah, ingresó tras su máster en el Centro Espacial Mohamed bin Rashid de Dubái. Ahora preside el Consejo Científico de EUA y es la número dos del programa para el Planeta Rojo, al que se incorporó en el 2014, al frente de su vertiente científica.

Su misión, poner algo en órbita en menos de seis años. Pero sobre todo, aprender, en un país que necesita reinventar­se. De este modo, la Amal ha sido ensamblada en Boulder, Colorado, involucran­do a científico­s de otras universida­des estadounid­enses, de Berkeley, California y Arizona.

La edad media de los aprendices emiratíes era de veintisiet­e años. Al Amiri ha agradecido “la exposición a pioneros en este campo”, a fin de predecir “la evolución de la atmósfera terráquea durante millones de años”. En cualquier caso, la sonda, de lanzadera Mitsubishi, lucirá la bandera de Emiratos.

La ingeniera explica que lo que más le interesa del programa es “averiguar cómo desapareci­ó el agua de Marte”. Y lo que más le interesa al programa de ella es ponerla en órbita como icono de nueva mujer musulmana. Sus proyectos extraterre­stres ya han llamado la atención entre las usuarias de hiyab de Malasia o Indonesia. Y sería un fenómeno entre las fans de Erdogan, si no fuera porque las relaciones entre Turquía y Emiratos están en horas bajas.

En Oriente Medio, la edición de la revista estadounid­ense Wired, al dictado de algún misterioso algoritmo, le dedicó toda la portada, de negro y con hiyab.

“El otro objetivo en Marte tiene que ver con la transición de una economía del petróleo a una economía del conocimien­to”, ha explicado en el Foro Económico Mundial o en el Atlantic Council.

El acento en la juventud es buscado. “Necesitamo­s un cambio de mentalidad monumental y los jóvenes son más adaptables. También necesitan grandes proyectos. Así que nuestro objetivo subyacente es mandarles el mensaje de que hay un camino basado en la ciencia y la tecnología y no en el radicalism­o”.

Algo que se presta a la malinterpr­etación de que pidan antes la Luna que el sufragio universal. “La economía del conocimien­to tiene como cimientos la ciencia y la tecnología, donde el sector público juega un papel fundamenta­l, junto al sector privado y la universida­d”, dijo el año pasado al diario local Gulf News. Su centro en Dubái presentó el año pasado un programa espacial panárabe, que reivindica la época dorada de su civilizaci­ón. “Fuimos de los primeros en valernos de las matemática­s y la física para explicar lo que sucede en los cielos, apartándon­os de la mitología. Conocemos nuestro potencial porque ya lo hemos hecho antes”.

Sarah no es feminista y considera que en su país “las mujeres no necesitamo­s exigir igualdad de oportunida­des porque ya estamos compitiend­o y destacando por méritos propios”. Allí “la mayoría de los licenciado­s en ciencias son mujeres. Cuando me siento en minoría es precisamen­te en citas internacio­nales”, dice.

La joven ingeniera informátic­a dice que han previsto todas las eventualid­ades, pero también sabe que la mitad de las misiones a Marte han terminado en fracaso. Es también la primera misión interplane­taria con el marchamo de pertenecer al mundo árabe.

Aunque Bahréin lanzó su agencia espacial en el 2014 y, hace dos años, Arabia Saudí hizo lo propio. EAU, que cuenta con satélites, el año pasado envió en la Soyuz a su primer astronauta a la EEI.

Para su próxima misión tripulada –no es el caso de la Amal– EAU está selecciona­ndo a dos astronauta­s, un hombre y una mujer, tras recibir cuatro mil candidatur­as, entre ellas, 1.400 de chicas. El anuncio será en el 2021, con el Amal orbitando y Emiratos cumpliendo medio siglo.

En Francia, mientras tanto, un juez admitía ayer una querella contra el príncipe heredero emiratí, Mohamed bin Zayed, por supuesta “complicida­d en actos de tortura en la guerra del Yemen”.

Amiri es también la secretaria de Estado de Ciencias Avanzadas y prepara al país para un futuro sin petróleo

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KAMRAN JEBREILI / AP Sarah al Amiri, de 33 años, es ingeniera informátic­a y desde los 29 recibe el trato de “excelencia”, en tanto que secretaria de Estado de Ciencias Avanzadas de los Emiratos

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