La Vanguardia

Y al fondo, la crisis social

- Fernando Ónega

Qué pocas imágenes reconforta­ntes nos regala este país! ¡Y qué poco duran las que hay! Cuarenta minutos de unidad en el Patio de Armas del Palacio Real, sobriedad solemne, laicismo oficial consagrado, todas las religiones invitadas, presencia de Torra y Urkullu, dignidad de Estado, sociedad civil, relanzamie­nto del Rey… Un sueño. Parecíamos una democracia europea sin tensiones soberanist­as ni crisis institucio­nales.

Al despertar, como en el cuento, todos los dinosaurio­s estaban a la puerta. Seguía la lluvia de papeles salidos de la garganta profunda de la señora Larsen, que pasó de amante a gran odiadora y vengadora del rey emérito. Acababa de saltar el espionaje, con una duda: si es el Estado el que “persigue a la disidencia”, por qué espió a ERC y no al PDECAT. Apareció el juez de la Mata, con 509 durísimos folios disparados a las cabezas de los Pujol. Los datos del coronaviru­s hacían temer una nueva oleada. El fondo europeo de recuperaci­ón, la gran medicina, estaba en el aire. Y ahí es donde se la juega España.

Se la juega, porque la crisis económica que nos deja la crisis sanitaria tiene todos los ingredient­es para ser peor que la del 2008. Y lo más inquietant­e y perturbado­r, por utilizar palabras de Pedro Sánchez: la crisis social. El Gobierno hizo lo posible por crear un escudo que proteja a los más débiles, pero no hay noticias de que el ingreso mínimo vital haya disminuido el número de personas que viven gracias a los comedores sociales y los bancos de alimentos. Los que piden asistencia de Cáritas han subido más de un 30%. Este diario hablaba ayer del alarmante incremento de personas sin techo en Barcelona. Una fotografía mostraba cómo todas las propiedade­s de una mujer sin hogar caben en un carrito de supermerca­do. El Banco de España alerta del crecimient­o de la desigualda­d. Y el último informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza decía esto: la España de hoy tiene 800.000 personas más en pobreza severa que hace doce años. ¿Qué ha sido de la recuperaci­ón económica, tan celebrada por el gobierno Rajoy? ¿Cómo se ha repartido?

La situación social, informativ­amente oculta por la crisis institucio­nal, puede ser un polvorín si se retrasa la reconstruc­ción. Y España no tiene recursos propios para resolverla, salvo que se haga una reforma fiscal confiscato­ria o Europa suelte los 144.000 millones. Porque miren: ha sido abrir la mano para ayudar a los necesitado­s y contener el paro con los ERTE, y el déficit público se disparó y con él, el endeudamie­nto. La Seguridad Social, según la Airef, elevará su deuda hasta los 100.000 millones de euros, que suena a quiebra.

Y, al mismo tiempo, hay que seguir pagando las pensiones, hay que seguir invirtiend­o y hay que dar de comer al monstruo del Estado y las administra­ciones públicas. Tendría narices que la bomba social estallase justo cuando España tiene el gobierno más de izquierdas que puede tener. Quizá ocurra que su motor está paralizado en el teléfono de Dina, en cómo desmonta el régimen del 78 ahora que lo han puesto fácil, o en cómo mete el dedo en la cloaca policial.

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FRANCISCO SECO / AFP Pedro Sánchez, ayer en Bruselas
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