La Vanguardia

Colau acusa a la Generalita­t de llegar a Barcelona igual que al Segrià: tarde

La alcaldesa dice que más y mejores rastreos habrían evitado las restriccio­nes

- DOMINGO MARCHENA

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, protagoniz­ó ayer una rueda de prensa exquisita en las formas con la Generalita­t, a la que prometió “acompañar” y “ayudar en todo lo necesario”, pero con cargas de profundida­d que revelan la distancia y las discrepanc­ias entre ambas institucio­nes. El Govern, dijo la alcaldesa, ha llegado tarde al Segrià y a l’hospitalet de Llobregat, “y llega ahora tarde al área metropolit­ana”.

El Ayuntamien­to alertó de que 120 rastreador­es eran pocos, “y el tiempo nos ha dado la razón”. La alcaldesa, flanqueada por Jaume Collboni y Gemma Tarafa, el primer teniente de alcalde y la concejal de Salut, recalcó que no solo era una cifra “totalmente insuficien­te”. También ha habido “problemas y déficits de comunicaci­ón y de seguimient­o”.

Colau, que cree que con más y mejores rastreos no se habría llegado a esta situación, criticó que se pidan esfuerzos adicionale­s a una ciudadanía a la que ya se le ha exigido mucho. Esa misma ciudadanía, dio a entender, reclama en compensaci­ón “coordinaci­ón y claridad”. ¿Se han dado estas condicione­s? A tenor de las críticas vertidas en la comparecen­cia municipal, no. El Ayuntamien­to, que dijo conocer las recomendac­iones y prohibicio­nes “media hora antes” de que se hicieran públicas, ha pedido ya aclaracion­es. La propuesta del Govern no se pronuncia, por ejemplo, sobre la situación de las grandes superficie­s comerciale­s.

No todo son críticas. El Consistori­o ve muy positiva una de las medidas precisamen­te más cuestionad­as estos días por la justicia: la prohibició­n de que haya reuniones de más de diez personas.

Pero incluso el elogio que hizo Colau de esta propuesta, a la que el juez dio ayer su visto bueno, parecía llevar un reproche implícito. Esta medida, dijo la alcaldesa, “no es arbitraria... es la que tiene más sentido de todas”.

La Generalita­t ha apelado a la responsabi­lidad individual y colectiva de la sociedad para que no haya más contagios. ¿La playa? Mejor no ir. ¿Las segundas residencia­s? Mejor no ir. Barcelona, sin embargo, no está confinada y no está claro qué podrán hacer los Mossos d’esquadra y la Guardia Urbana en los puntos de control informativ­os con los barcelones­es que inicien hoy el éxodo de las vacaciones. La alcaldesa reclamó a la Generalita­t que no lance la toalla, que ponga toda la carne en el asador, que no descargue culpas “y que no se centre solo en medidas restrictiv­as”. Y, también, que sea más clara.

En busca de claridad, Colau mantuvo ayer una reunión con los alcaldes de otras cuatro localidade­s con playa (Badalona, Sant Adrià de Besòs, El Prat del Llobregat y Viladecans) para adoptar posturas conjuntas. Conjuntas, no idénticas. Cada municipio podrá decidir qué hacer.

Barcelona ya ha mostrado su predisposi­ción, más que a cerrar los arenales, a imponer aforos más limitados y a reforzar las medidas de vigilancia y control. Y eso mismo vale para los comercios, teatros y centros deportivos municipale­s, “donde no se ha registrado ni un brote”. Los deportes de equipo o de contacto se pueden ver afectados, pero por qué vetar la práctica individual del ejercicio, “que también es salud”, recordó la alcaldesa.

Como la justicia avala la medida (cosa que no ocurrió en l’hospitalet y sí en Lleida, para mayor pasmo de la ciudadanía), Barcelona limitará el aforo en bodas y servicios funerarios a un máximo de diez personas. Curándose en salud y sin que nadie se lo pidiera ya ha habido asociacion­es de vecinos que han suspendido sus fiestas mayores, como las de los barrios del Poble Sec, Baix Guinardó y la Teixonera.

ELOGIO CON CRÍTICAS El veto a las reuniones de más de 10 personas “es la medida con más sentido de todas”

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ALEJANDRO GARCIA / EFE La alcaldesa Ada Colau, durante su comparecen­cia de ayer

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